El chavismo hoy
Todo hace ver que el chavismo será “flor de un día”. Un solo líder que está muerto, no basta el culto a la personalidad de un difunto, la necrolatría. No ha surgido en sus filas un liderazgo nuevo, Maduro, Cabello y Rodríguez son caricaturas de líderes
El chavismo pudo haber sido no solo un fenómeno político, sino un movimiento transcendente con futuro más allá de su líder fundador. No ha resultado así. En vida y en sus mandatos presidenciales, Hugo Chávez fue demasiado personalista, él solo era la voz de su partido y su gobierno, nadie distinto al caudillo tenía vida política propia. Nunca se preocupó por crear un equipo dirigente del estado, ni siquiera del partido suyo. Único líder, caudillo tradicional venezolano y estalinista de nuevo cuño que asumía la práctica histórica de lo que había sido el centralismo de los partidos comunistas del siglo XX. Cometió dos grandes errores que después Maduro repitió exagerándolos: la dependencia política del gobierno cubano, lo que significó alienarse a los 50 años de fracasos de una revolución, negación de la democracia. El otro grave error de Chávez fue ir cediendo espacios de poder cada vez más determinantes a los militares, activos y en retiro, es decir un retorno al militarismo, que tanto daño le ha hecho al país durante su historia. Chávez y su gobierno fueron presidencialistas, centralistas y militaristas en un populismo, que en la experiencia de América Latina ha sido negativo en países que lo han sufrido.
Con Nicolás Maduro se agravan estos males, fue una pésima escogencia del casi moribundo Chávez, la de Maduro como sucesor en la presidencia de la República y en el liderazgo del movimiento chavista. En Maduro, la desproporción existente entre lo que se propone y la capacidad suya para realizarlo. Su inferioridad es visible, evidente. La inteligencia y la cultura le son ajenas a este presidente, quien ante sus continuos fracasos, cree que la solución es radicalizar su política, llevándola hasta el extremismo fascista. Exagera el presidencialismo, aunque esta institución esté cada vez más devaluada, desconoce poderes legítimos como la Asamblea Nacional, producto de las elecciones de diciembre de 2015, se rodea para gobernar de una camarilla impopular.
Maduro se convierte en prisionero de su propia incapacidad y de un grupo reducido de militares que buscando controlar el poder, lo hacen a través de Maduro, presidente títere. Es muy difícil en los primeros años del Siglo XXI, un gobierno dictatorial abiertamente militar, la opinión internacional no lo aceptaría. El asalto militar al poder se disfraza con gobernantes títeres que no vistiendo uniformes militares, estén dispuestos a ponerse al servicio de ellos. En Venezuela, nadie puede negar que hay un gobierno dictatorial y éste no podría sostenerse sin el poder de fuego, armado y represivo de militares en funciones.
El gobierno actual no solo es dictatorial, también es fascista, aunque todavía algunos chavistas lo ignoren. Este es uno de los problemas que afectan a muchos chavistas que se creen obligados a servir a Maduro y a una falsa revolución. Maduro, su camarilla y su gobierno, aun con sus relaciones con el despotismo cubano, no son verdaderamente una revolución, son una voluntad de cómplices que desesperadamente buscan mantenerse en el poder, conservar sus desmesurados privilegios ante un pueblo hambreado y cada vez más pobre.
Los chavistas han podido ser un movimiento que transcendiera su paso por el gobierno, como lo fue el peronismo y el sandinismo, ida y regreso. Cuando han perdido el poder se van a la oposición y más tarde recuperan el gobierno. Todo hace ver que el chavismo será “flor de un día”. Un solo líder que está muerto, no basta el culto a la personalidad de un difunto, la necrolatría. No ha surgido en sus filas un liderazgo nuevo, Maduro, Cabello y Rodríguez son caricaturas de líderes, de inanidad como políticos. Esta situación muestra lo que está pasando en el chavismo, cada vez mayor descontento en sus filas, pérdida del respaldo popular, la división tocando a sus puertas. Unos, aspirando a volver a ser una opción transformadora y otros solo interesados en su acomodo político, en “salvar sus piscinas”, como dijo una vez el gran cineasta Orson Welles.
Las tensiones entre el chavismo disidente y Maduro
En síntesis, en los últimos años se han venido acumulando tensiones entre el chavismo oficialista y una fracción disidente que ha cuestionado el precario liderazgo de Maduro, las negativas implicaciones de las políticas económicas de su gobierno y la corrupción desbordada que ha aupado.
Desde su designación como sucesor de Chávez, Maduro ha sido cuestionado por dirigentes del chavismo que fueron compañeros de viaje del difunto, tanto en sus aventuras militares como en el gobierno. El primero de ellos fue Jorge Giordani, ex Ministro de Planificación quien destacó la carencia de liderazgo de Maduro. Luego Felipe Pérez Martí, quien dirigió el equipo económico del prócer de Sabaneta durante los primeros años de su gobierno, alertó sobre las implicaciones sociales de las políticas económicas implementadas por Maduro, las cuales estaban ocasionando un desastre social y amenazaban el futuro del chavismo como proyecto político. A ello hay que añadir los planteamientos de quienes han buscado defender el legado de Chávez, como Nicmer Evans, dirigente del partido Marea Socialista, el cual ha alertado sobre la corrupción sin freno que ha imperado en el gobierno. En síntesis, en los últimos años se han venido acumulando tensiones entre el chavismo oficialista y una fracción disidente que ha cuestionado el precario liderazgo de Maduro, las negativas implicaciones de las políticas económicas de su gobierno y la corrupción desbordada que ha aupado.
Las tensiones entre un sector del chavismo y Nicolás Maduro han eclosionado con la posición de la Fiscal General de la República, en relación a la decisión del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) que ha pretendido inhabilitar a la Asamblea Nacional (AN). La posición de la fiscal dio lugar a un artículo de Michael Penfold en el portal Prodavinci, en el cual analiza las implicaciones del deslinde de Ortega Díaz y señala que el gobierno subestimó el impacto que la disolución de la AN tendría dentro del propio chavismo. Según Penfold, pareciera que dentro del chavismo continúan anidándose algunas importantes fuerzas democráticas, y que es evidente que estas corrientes prefieren un poder ejecutivo restringido que a un presidente sin ningún control legislativo. En consecuencia, Maduro deberá enfrentar en el futuro inmediato a un “grupo chavista que probablemente sea mucho más poderoso que la misma oposición” en el cuestionamiento del proyecto autoritario del régimen.
La tesis de Penfold parece haber sido acertada en cuanto a las implicaciones y la magnitud del impacto del deslinde de la Fiscal General de la República. Su posición cuestionando la convocatoria oficialista a una Asamblea Constituyente y defendiendo la vigencia de la constitución de 1999, ha profundizado el conflicto con el oficialismo y ha obligado a éste a recular en algunas de sus decisiones. De igual modo, sus señalamientos en relación a la represión gubernamental han dejado al descubierto la farsa oficialista y la faz autoritaria del régimen. Como un reflejo de que la posición de la fiscal es parte de un malestar que tiene eco en el mundo del chavismo, se han producido declaraciones de apoyo a la fiscal por parte de antiguos compañeros de viaje de Chávez y del mismo Maduro, como el mayor general retirado Cliver Alcalá, así como del ex ministro del interior del gobierno Miguel Rodríguez Torres, quien dirigió las labores de represión contra la disidencia política en el año 2014. Estas declaraciones, según los personajes señalados, parecen ser solo la punta del iceberg pues se anuncian más apoyos.
En un programa reciente del programa CNN Dinero se analizó la crisis de la democracia venezolana y a tal fin se entrevistó a Reggie Thompson, quien labora para la consultora estadounidense Stratfor especializada en análisis geopolítico, la cual publicó un reporte sobre la crisis política venezolana. El entrevistador del programa Xavier Serbiá expuso la crisis de diversos órdenes que atraviesa el país, destacando la crisis política y señalando que si ésta no se resuelve, será imposible resolver tanto la crisis económica como la humanitaria. Planteó, apoyándose en el reporte de Stratfor, que existen tres canales para resolver la crisis: el legal, el de la negociación y el de la fuerza física. Los primeros se han ido achicando y todo parece apuntar a que el que prevalecerá es el de la fuerza física, a lo cual apuntan las manifestaciones de la oposición por un lado, y la represión y las amenazas del régimen de recurrir a las armas, por otro.
En la entrevista señalada, Thompson apuntó que ciertamente el canal de la fuerza física es el que parece tender a imponerse, pero lo que realmente importa en los acontecimientos más recientes es que el gobierno parece haber intensificado su conflicto con la Fiscal de la República al prohibirle la salida del país. Este conflicto, según el entrevistado, se va a ir intensificando en los próximos meses y hay que seguirle la pista al mismo pues allí es donde se está determinando el futuro político del país. En este conflicto entre el chavismo oficialista y el disidente se está produciendo una medición de fuerzas, donde lo determinante es cuanta fuerza física pueden ejercer ambos bandos. En ese sentido, la gran prueba de la disidencia chavista es cuanta fuerza física puede ejercer contra el gobierno, es decir, cuanta influencia pueden ejercer en las fuerzas armadas (FAN) a fin de que estas presionen al gobierno con el propósito de que modifique su deriva autoritaria
El panorama político del país se ha modificado en los últimos meses. Hasta hace poco el conflicto se centraba exclusivamente en los enfrentamientos entre la Mesa de la Unidad (MUD) y el régimen de Maduro. En el periodo más reciente el centro del conflicto se ha desplazado hacia una medición de fuerzas entre el chavismo democrático y el oficialista. En este contexto está por verse cual será la capacidad de presión del chavismo disidente a fin de hacer recular al oficialista en sus intenciones de instaurar un régimen dictatorial en el país.
Profesor UCV
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