27 de julio 2017
Fue muy astuta
la maniobra de la oposición venezolana de convocar un plebiscito por fuera de
los canales institucionales para consultar la legitimidad de la asamblea
constituyente convocada por Maduro. Ahora el chavismo estará
obligado a superar los siete millones y tantos de votos obtenidos por la
oposición, cifra que sin trampas o trucos en la forma de contabilizar los
votos le es imposible de lograr, dada su impopularidad.
Sin embargo, ni el plebiscito, ni las marchas ni los paros y demás estrategias
parecieran ser suficientes para atajar la constituyente en el corto plazo. El chavismo dispone de los medios para imponerla. El
respaldo de las fuerzas armadas es suficiente para mantenerse en el poder
mientras el rechazo a Maduro no rebase lo demostrado en las calles hasta hoy.
Y le sobran los motivos. Para cualquier partido político, ser despojado del poder en una democracia es lo corriente. El problema para el chavismo es que al día siguiente de perder las elecciones el destino de sus principales líderes será la prisión. Son demasiados los delitos acumulados durante casi dos décadas en el poder –corrupción, narcotráfico, nepotismo, manipulación de las leyes, etc.
Y le sobran los motivos. Para cualquier partido político, ser despojado del poder en una democracia es lo corriente. El problema para el chavismo es que al día siguiente de perder las elecciones el destino de sus principales líderes será la prisión. Son demasiados los delitos acumulados durante casi dos décadas en el poder –corrupción, narcotráfico, nepotismo, manipulación de las leyes, etc.
“El problema para el chavismo es que
al día siguiente de perder las elecciones el destino de sus principales líderes
será la prisión”
El chavismo hace rato que pasó el punto de no retorno, y le
queda imposible retroceder sobre sus pasos. El único punto de fuga es hacia
adelante. Reversar la política económica para atraer capitales y mejorar las
condiciones de vida de la población no es posible porque, incluso suponiendo
que se dieran garantías a la propiedad, tocaría reducir el gasto público, la
burocracia y la corrupción que sostienen el régimen.
Por eso, Maduro tiene que jugársela toda en cerrar la poca democracia que queda. Si renuncia a la constituyente y deja que en el 2018 se lleven a cabo elecciones presidenciales, los chavistas van a ser inexorablemente barridos del poder. El paso siguiente es entonces un régimen donde se mantienen ciertas libertades, muy complicadas de anular con la difusión de celulares e internet, pero donde no existe el menor chance de poder para la oposición mediante elecciones.
El resultado final es incierto. Puede ser un estado de letargo indefinido, como en Cuba, en que el desabastecimiento y la improductividad se convierten en parte del paisaje social. O puede ser algún tipo de estallido social respaldado desde sectores disidentes de los militares cuya suerte no esté atada a la del chavismo.
GUSTAVO DUNCAN
Por eso, Maduro tiene que jugársela toda en cerrar la poca democracia que queda. Si renuncia a la constituyente y deja que en el 2018 se lleven a cabo elecciones presidenciales, los chavistas van a ser inexorablemente barridos del poder. El paso siguiente es entonces un régimen donde se mantienen ciertas libertades, muy complicadas de anular con la difusión de celulares e internet, pero donde no existe el menor chance de poder para la oposición mediante elecciones.
El resultado final es incierto. Puede ser un estado de letargo indefinido, como en Cuba, en que el desabastecimiento y la improductividad se convierten en parte del paisaje social. O puede ser algún tipo de estallido social respaldado desde sectores disidentes de los militares cuya suerte no esté atada a la del chavismo.
GUSTAVO DUNCAN
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