sábado, 29 de julio de 2017

Las enfermedades del poder - Pablo Mamani

Ahí está la enfermedad del poder, en la que la incoherencia gobierna al Gobierno porque entre el discurso y los hechos fácticos existe una gran distancia, opina Mamani. 

La caída del MAS es evidente en 2019, independiente de si gane el Sí o el No. Se produjo tanto abuso de poder, despilfarro económico, corrupción de magnitudes impresionantes, violencia anti-indígena qulla o guaraní, un entorno blanco-mestizo alrededor del Presidente "indio” que alardea ser "revolucionario”, escándalos amorosos del Jefe... Todo ello es el corolario de un fracaso estrepitoso que se explica por la enfermedad del poder.

Christian Rakovsky, en 1928, tituló en Astrakán (sur de Rusia europea) un pequeño artículo: "Los peligros profesionales del poder”. Él fue un rumano-búlgaro que en 1918 fue presidente del Sóviet de Ucrania y en 1941 fue fusilado por J. Stalin por oponerse a la burocracia del nuevo Estado soviético. Criticó la revolución en un solo país junto a otros. Él sostenía que "cuando una clase toma el poder, un sector de ella se convierte en el agente de este poder. Así surge la burocracia. En un Estado socialista, a cuyos miembros del partido dirigente les está prohibida la acumulación capitalista, esta diferenciación comienza por ser funcional y a poco andar se hace social”. Rakovsky sostenía que de ella surgen justamente los nuevos ricos adinerados que se convierten en los anti-revolucionarios. 

No somos marxistas ni admiradores de la revolución soviética (sino indianista-katarista), pero el caso del MAS y Evo-Álvaro y otros autocalificados socialistas del siglo XXI en América del Sur llama la atención porque han caído (o nunca han tenido la claridad histórica de construir nuevos proyectos históricos), en los graves peligros del poder que inevitablemente los ha carcomido y fagocitado; no en favor de los interés comunes, sino en favor de los intereses particulares de nuevos y viejos ricos llamados en sociología grupos de poder. 

Sus modelos éticos, es decir, su posibilidad de universalización son de corto plazo, pero con un discurso paradójicamente de largo aliento. La tragedia de este modelo es su angurria por el poder que aduciendo ser revolucionarios han hechos actos impensables en favor de los viejos ricos y el nacimiento de otros ricos. Tal realidad los ha enfermado en sentido de que ya no pertenecen a la realidad de la propia sociedad (o han perdido el sentido de la realidad), sino que viven en las burbujas de los privilegios que el poder otorga, como son servicios suntuosos, autos último modelo o carros de seguridad costosos, sexo, dinero que corre a diestra y siniestra bajo contratos no claros con empresas transnacionales y capitalistas. El socialismo según sus teóricos, es un proceso hacia el comunismo, pero la realidad histórica y sociológica, es tan trágica aquí en Bolivia como en la ex URSS, porque a nombre de ella se hacen nuevos ricos.

La enfermedad del poder no es un hecho biológico, sino sociológico, dado que quienes tienen este problema se convierten en "semi-dioses” porque piensan que nadie ve lo que hacen ni nadie sabe de lo que ocultan. En esta lógica, sus actos son abiertamente descuidados de lo prohibido por las normas y así son culturalmente no perdurables, en tanto se quieren cimentar como régimen político bajo el nombre de la revolución. El socialismo para muchos de nosotros es igual al capitalismo, porque son creaciones gemélicas de la cultura moderna occidental. En este sentido, a la izquierda y la derecha boliviana lo único que los separan son sus intereses de acumulación económico y político. El pueblo, la democracia, la libertad, pese que son creaciones de sus teóricos liberales-socialistas, no les interesa bajo ningún sentido. Son palabras huecas sin connotación ética porque varios de ellos no han estudiado detenidamente el significado de estas palabras. Solo intuyen lo que más o menos significan. 

Sin embargo, hablan con elocuencia y grandilocuencia para mostrar su aparente saber o pericia de estos conceptos con la fina finalidad de demostrar que son cultivados en la ciencia del poder. En pueblos neocolonizados como los nuestros y, con tecnología como la televisión siempre controlada y autocensurada, se los ve como si de verdad supieran de lo que hablan. Este festín de palabrerío que usan les da poder porque la gente tampoco sabe bien del significado de las palabras que éstos emiten. Detrás de las palabras grandilocuentes está, sin embargo, un conjunto de contrasentidos con la lucha de los muertos y de los vivos que al final, terminan aplaudiendo a aquellos porque piensan que son sus grandes líderes e intelectuales. Cuando en realidad son sus detractores y sus "enemigos íntimos” corroborados en las políticas públicas que benefician más a los viejos ricos que al propio pueblo o pueblos. 

También la enfermedad del poder les provoca que son "eternos” hasta cuando los aguante el ciclo biológico. El descaro es un hecho por demás elocuente en este tipo de fenómenos porque ya no sienten miedo por nadie; menos del pueblo que los catapultó hacia allá. Así los políticos calados de este fenómeno no se diferencian. Eso hizo, por ejemplo, Hugo Banzer, que siendo anteriormente dictador luego se precia y se presenta como un gran demócrata. Y ¿los muertos? Víctor Paz Estenssoro  se preciaba de ser un gran estadista y revolucionario, pero estaba atrapado en el poder de sus antecesores racistas y neocolonialistas. Morales-García, ¿se diferencian de ellos? No. El poder los ha fagocitado. Los agroindustriales de Santa Cruz y las logias de esa región que pateaban collas, ahora son sus amigos o militantes del "proceso del cambio”. Hacen negocios suculentos. ¿Eso es socialismo?  No. Es capitalismo puro. 

El Estado boliviano tiene grandes negocios agroalimentarios con las transnacionales ADM, Burger, Cargill, empresas que tiene sede en EEUU. Y el último es CAMC Engineering Co., una transnacional china, que independientemente del tráfico de influencias  es una sociedad anónima filial de China National Machinery Industry Corporation, fundada en mayo de 2001. Ésta tiene grandes negocios con el Estado por más 500 millones de dólares. A. Gómez afirma que su representante, la señora Zapata, "se adjudicó en 2014 con su empresa Consilium SRL las obras de logística y transporte para el proyecto siderúrgico del Mutún, en los puertos de Tamarinero y Puerto Busch, sobre la Hidrovía Paraguay-Paraná”. Ella, Zapata, provocó un sacudón a Morales las últimas semanas. "Es (además) representante legal de la corporación israelí Telemenia”. Y, ¿qué se sabe de la empresa "La Fabulosa” Mining Company, relacionada a la región de Salar de Uyuni, y la concesión minera "La Millonaria”? Otros se enriquecen, mientras Bolivia/Qullasuyu sigue siendo un país extractivista y exportador de materia prima. Es decir, un país dependiente de las potencias extranjeras. Así, el poder no tiene límites ideológicos. 

Ahí está la enfermedad del poder donde la incoherencia gobierna al Gobierno porque entre el discurso y los hechos fácticos existe una gran distancia. Por esto, el MAS se extravió en las arenas "virtuosas” del capitalismo o del socialismo del siglo XXI. Pues, el velo del poder tiene la fuerza del poder que adormece y carcome interna como externamente al ser humano. Y éste es su final inevitable

domingo, 28 de febrero de 2016
Pablo Mamani 
sociólogo


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