jueves, 27 de julio de 2017

Escoge bien a tus enemigos - Pedro Pablo Fernández


Los trancazos son la cosa más contraproducente para la oposición. Una persona que haga oficios domésticos gana por día trabajado y con lo que le pagan compra la comida de su familia. Si se organizan trancazos sus hijos no comen. Los choferes de autobús trabajan todo el día para pagar el alquiler de las unidades a sus dueños y con lo poco que les queda compran el mercado de la familia

El día 10 de julio estaba en Puerto Ayacucho a las 12 del mediodía en la espera de un vuelo que me traería de vuelta a Caracas. El llamado a un trancazo de 10 horas ponía complicado el regreso.
Allá llegué al aeropuerto sin dificultad. Mi problema era llegar de Maiquetía a Boleíta Norte en el extremo este, al otro lado de la ciudad.

A la persona que me iba a buscar le dije que se metiera por la Cota Mil (El gobierno no deja que la tranquen) hasta la Av. Baralt en el oeste y que agarrara por la avenida Sucre de Catia hasta la salida a la autopista Caracas-La Guaira.

Llegó a buscarme sin problema e hice el mismo recorrido al revés para retornar. Durante el trayecto por la avenida Sucre de Catia, las calles de La Pastora y la avenida Baralt pudimos ver mucha gente caminando, mucho transporte público y todos los negocios abiertos. El oeste y el este de la ciudad parecen dos países distintos.

Los trancazos son la cosa más contraproducente para la oposición. Una persona que haga oficios domésticos gana por día trabajado y con lo que le pagan compra la comida de su familia. Si se organizan trancazos sus hijos no comen. Los choferes de autobús trabajan todo el día para pagar el alquiler de las unidades a sus dueños y con lo poco que les queda compran el mercado de la familia.

Si hay trancazos su familia no come. Eso pasa con los taxistas, con los trabajadores informales, que son ya 60% del país, y con muchos más. Buena parte de esas personas están indignadas con el gobierno, pero terminarán odiando a la oposición con razones justificadas.

Mi esposa administra un comedor que hace unos años vendía 70 comidas diarias, ahora vende unas 10. El comedor no da ninguna ganancia, pero trabaja como una esclava todos los días, brincando de Coche a Quinta Crespo y al resto de los mercados populares buscando comida a precios “accesibles”.

Ella no cierra el comedor porque sus empleados son como familia y sabe que si cierra se quedan en la calle. Los trancazos castigan a personas, a familias, a niños. No castigan al gobierno.
Cuando uno ve la agresividad con la que un grupo de 10, 20, 30 o hasta 100 le imponen a los demás su método de lucha se acuerda de aquella frase de Jorge Luis Borges: “… escoge muy bien a tus enemigos porque tarde o temprano te terminarás pareciendo a ellos”.

Diario Últimas Noticias - 25 julio, 2017


@PedroPabloFR

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