Cabe preguntarse si a partir de la idea de una ciudadanía latinoamericana se pueden estimular los debates largamente silenciados sobre la igualdad y las diferencias sociales.
Seguramente pocos autores han argumentado con tanta fuerza como Georges Sorel a favor de la potencia innovadora del mito. En sus Reflexiones sobre la violencia (1908), Sorel planteó que el capitalismo se acabaría el día en que todos los trabajadores se unieran en una gran huelga general que paralizase definitivamente el sistema. ¿Era un vaticinio? Como él mismo diría después, no tenía aspiraciones de astrólogo o de profeta. Le importaba incidir sobre el presente, no adivinar el futuro. Y por eso le asignaba al mito de la huelga general un gran efecto movilizador: buscaba con él que los trabajadores tomasen conciencia inmediata de que eran ellos los verdaderos creadores de la riqueza, algo que la mayoría aún ignoraba.