sábado, 22 de julio de 2017

Incertidumbre en América Latina y el Caribe: ¿Se agrava la situación social durante el 2017? - Héctor Escalante




Durante los últimos años, se ha generado una gran incertidumbre sobre la economía latinoamericana y caribeña, debido a los distintos acontecimientos políticos y las medidas aplicadas por los gobiernos de la región. Esta situación nos obliga a reflexionar en torno a la evolución socioeconómica que tendrá cada nación durante este año que hemos comenzado y cuál será el alcance de dichas acciones políticas.

Para el Fondo Monetario Internacional (FMI), las economías de América Latina y El Caribe saldrán de la recesión en la que habían caído, y se expandirán un 1’2% en 2017. Una situación similar proyecta la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que prevé un repunte en la dinámica económica, con un crecimiento promedio del 1’5% durante este período.

Pese a estas valoraciones tímidamente positivas, para la Organización Internacional del Trabajo (OIT) las perspectivas de empleo en América Latina y el Caribe para este año son preocupantes. En su último informe, el organismo estima un aumento del desempleo del 0’3%, situándose en el 8’4%, algo que se atribuye, principalmente, a las difíciles condiciones del mercado laboral en Brasil.

Bajos presupuestos y desigualdad social
En opinión de Alfredo Ordóñez, coordinador de la maestría en Economía Internacional de la Universidad Central de Venezuela (UCV), la situación en la región es bastante compleja. Asegura que los países latinoamericanos y caribeños “reciben un año con muchos problemas a nivel presupuestario y con grandes niveles de desigualdad social”. Pero esto no es nuevo, acota, pues “lamentablemente esa ha sido la característica de la región desde finales del siglo XX”.

Consultado por United Explanations, declaró que desde el punto vista económico, la región sigue dependiendo principalmente de la materia prima y, por supuesto, presenta un nivel de competitividad “muy bajo” frente a las economías desarrolladas.

“La falta de innovación y una mejor gestión del conocimiento han sido los focos vitales que ha desperdiciado la región”, analizó.

A nivel social, prosigue el experto, la pobreza y la discriminación por razones de género debilitan el progreso de la región. “Si hacemos un panorama general de cada país, nos encontraremos que son las capitales las que presentan un mejor desarrollo, pero al interior de ellas, los márgenes de pobreza son lamentablemente evidentes”, enfatizó.


Tendencia a crecer o mantenerse

El catedrático explica que “los países que conforman la región se verán afectados por la falta de capitales foráneos que se reflejan en las inversiones extranjeras de cada país”. Sin embargo, reconoce que países como Chile, Perú y México “han hecho un esfuerzo en los últimos años por mejorar sus niveles de productividad”.

Sorpresivamente, acota, “con un nivel mucho más bajo que los anteriores”, Bolivia y Nicaragua también han hecho lo propio para lograr mejorar en ese aspecto. De acuerdo con Ordóñez, esto indica que esas naciones “están buscando generar producción con miras a exportación”, lo que, a su parecer, hace que se conviertan en “economías fuertes frente a las crisis”.

Tal vez Ecuador, Colombia, Panamá, Brasil, Argentina y Costa Rica, añade, logren sostener el impacto de la crisis, “Estas economías se encuentran realizando fuertes ajustes a sus estructuras macroeconómicas, sobre todo con una fuerte solicitud de préstamos internacionales y una apertura para las inversiones extranjeras”, apuntó.

En ese sentido, señala que lo más idóneo sería “considerarlas como economías con pronósticos reservados, pero que indudablemente cuentan con las herramientas necesarias para defender su estabilidad económica”. Y en la medida que sus economías mejoren, el panorama social también lo irá haciendo progresivamente.


Los más afectados

Asegura el especialista, que entre los países más afectados de la región estrían Venezuela, Paraguay, Uruguay, Guyana y el resto de las naciones del Caribe. Esto, según sus estimaciones, se debe a que “sus estructuras productivas son casi nulas”.
Recordó que tras la caída de los precios del petróleo, la economía venezolana “no logró reactivarse” y que, además, “la carencia de fábricas evitó establecer una estrategia defensiva frente a la crisis”. Esta situación, para el experto, ha convertido al poseedor de las mayores reservas probadas de crudo pesado del mundo, en una de las “economías más endeudadas de la región”.

Respecto a Uruguay y Paraguay, refirió que la situación económica y social en ambos territorios “depende absolutamente de su producción agrícola” y que, a su vez, ésta debe enfrentarse a la producción de sus vecinos del Mercosur y a la de la Unión Europea.


Venezuela, un caso especial

Según el criterio de Alfredo Ordóñez, Venezuela constituye un caso de especial atención en materia económica y social dentro de la región. “Todavía no se entiende que una economía con altos niveles de ingreso petrolero no haya logrado un nivel de desarrollo tecnológico industrial representativo”, criticó.

Dice el experto que el país ha retrocedido tanto en lo económico como en lo social: “Los indicadores demuestran que Venezuela es una economía hiperinflacionaria, mantiene controles cambiarios y presenta problemas sanitarios superados en la década de los 70”.

Asimismo, indicó que ha habido un incremento de la pobreza extrema y de los niveles de empleo informal, con lo que, a su parecer, puede determinarse claramente que “el dinero, entendido como capital, no hace la felicidad”. No obstante, admite que “a pesar de la crisis, Venezuela todavía mantiene una balanza comercial superavitaria”, aunque por otro lado “sigue habiendo carencia de bienes y servicios, y se siguen haciendo grandes colas para comprar alimentos”.


Falta de inversión

Al referirse a la situación laboral en Latinoamérica y El Caribe, señaló que ésta es “cada día más precaria”, ya que “las estructuras económicas de los países de la región son menos productivas por falta de capital”. De igual modo, resaltó que la crisis en el sector laboral también responde a la “poca competitividad internacional que tienen las empresas de esos países en la economía global”. Es por ello que “la región sigue importando más y produciendo menos para su propio mercado”.

Ordóñez indica que la ausencia de inversión extranjera ha afectado indudablemente al mercado laboral en la región, razón por la cual considera factibles las estimaciones de un incremento en el desempleo para este año: “La falta de capitales y la poca exportación de los países de la región se traducen en una fuerte desmejora en el parque industrial”.
Si las políticas económicas no promueven la industrialización y el desarrollo tecnológico para poder innovar, advierte, se incrementará exponencialmente el “empleo precario” en la región.


Brasil en el punto de mira

En criterio del analista, Brasil es el mejor ejemplo de lo que sucede cuando no hay apoyo empresarial. “La economía más grande de la región se ha visto afectada por la sombra de la corrupción, lo que aleja la inversión internacional en sectores clave como la manufactura y la tecnología, vitales para su desarrollo”, afirmó.

Estimaciones de la CEPAL dan cuenta de que, por ese motivo, el desempleo en Brasil podría llegar a 12’4% este año. El simple incremento de un 0’3% en el nivel de desempleo en Brasil se traduce en “más pobreza y desigualdad” tanto para los brasileños como para el resto de la región, evalúa el especialista.

“Si no hay empleo, no hay ingresos para las familias, por lo que no podrán cubrir sus necesidades básicas o, por lo menos, desmejorará su calidad de vida de forma drástica”, evaluó. Insiste en que, así como hay desempleados, también habrá empleados, y se marcará más la brecha social. “El problema no es de ricos o de pobres, sino de quienes pueden o no tener acceso al empleo”, reflexionó.

El presidente de la nación, Michel Temer, ha dicho que su prioridad será la creación de empleo a medida que la economía se vaya recuperando, pero el FMI sostiene que “los altos niveles de desempleo y de endeudamiento del sector privado continuarán imponiendo un lastre a la demanda”.


Producción a escala

A la larga, de acuerdo con el profesor Ordóñez, esta situación termina generando un impacto regional tremendo, por ello las economías de la zona no han logrado alcanzar niveles de competitividad significativos que les permitan salir a flote.

“Salvo excepciones contadas como Chile, México y Brasil, la región no produce a escala y ahí está la falla principal de la política económica en los esquemas de integración dentro de la zona”, especificó.

Además, sostiene que “no se han aprovechado las ventajas comparativas de los países”, otro grave error, y al final “se termina compitiendo entre sí mismo”, lo cual, en palabras del economista, termina causando daño.


Vencer paradigmas para avanzar
Comenta Ordoñez que es muy difícil plantearse un tiempo exacto de recuperación desde el punto de vista social, mientras que lo económico tiende a manejarse desde la esfera técnica y, por ende, sus resultados siempre son más rápidos. “Los gobiernos están obligados a entender que nos encontramos inmersos en una economía global, donde la conectividad y la producción de innovación son vitales para el desarrollo económico y social de las naciones”.

Pero lamentablemente, fustiga, los políticos de la región siguen creyendo en paradigmas de los años de la Guerra Fría: “Creen en la dependencia, en el imperialismo, en el capitalismo salvaje, el socialismo, el comunismo, no han entendido que ya el mundo es otro”.

Económicamente, dice que “hay que iniciar un proceso de gestión del conocimiento que permita vincular a las universidades, al Estado y a las empresas para producir de forma efectiva, en donde la investigación y el desarrollo sean llevados por las universidades, la producción por las empresas, y las condiciones de seguridad las imponga el Estado”. Esta metodología, a su juicio, cambiaría en menos de una década la dinámica productiva de los países.

Y desde el punto de vista social, sostiene que la educación en todos sus niveles debería ser atendida con especial atención, “no solo para que las generaciones sean más productivas técnicamente, sino como medio de cultivar nuevamente los valores, la ética, el respeto y las creencias, fundamentales para el desarrollo de una sociedad”.


Conductas globales distintas
Por tener una ‘historia reciente’ en comparación con el resto del planeta, y por haber sido “invadidos” desde el siglo XV por las culturas del ‘viejo continente’, en la región prevalecen diferentes modos de conducta con relación a los países asiáticos y europeos, expresó el economista Luis Matos a United Explanations.

“De allí que nuestras reacciones pudieran variar y ser distintas a esas que se conocen como conducta promedio del ser humano”, contextualiza. Esto hace que, según el experto, “no necesariamente los más afectados sean aquellos que tiendan a mantenerse, y los otros a mejorar”. Bien pudiera ser al revés, dice, precisamente “por tener conductas globales diferentes”.

Basado en esta hipótesis, afirma que para evaluar la situación social y económica en Latinoamérica y el Caribe, hay de comenzar por “deslastrarse de cualquier creencia financiera formada según parámetros exclusivamente creados en otros ambientes geográficos”.


Formas de trabajo vulnerables
Matos sostiene que esta región del mundo siempre ha tenido formas de trabajo vulnerables, “más que todo por el empleo de mano de obra barata que busca el inversor quien, en mayor proporción, suele venir a esta zona”.

Bajo esa dinámica, lamenta, “se explota” a gran escala la agricultura, la ganadería y la minería e hidrocarburos, para un mundo exterior que, a su juicio, compra lo que aquí se produce al menor precio posible (el mínimo necesario para mantener la producción) actuando como cualquier empresa comercial e industrial.

Al modificarse los canales de información, el trabajador está cada vez más y mejor enterado de lo que sucede en su entorno, “pero eso también entra en los cálculos y procedimientos del empresario, quien va elevando los salarios, al tiempo que otros inversionistas van tomando esos ingresos al venderles bienes que les satisfagan las necesidades a esos mismos trabajadores”.


Situación delicada

Para el economista venezolano, el mercado laboral en toda Latinoamérica y el Caribe ciertamente puede estar enfrentando una situación bastante delicada, como ya se ha advertido desde distintos frentes, especialmente si la región es evaluada en cuanto a su capacidad de generar provisiones a futuro.

“La producción de materia prima a gran escala, la poca capacidad de los naturales para producirla eficientemente, y los sistemas educativos que en mayor o menor medida han dependido de esos intereses de consumo foráneos, son sus principales causas”, destaca.

Además refiere que, como en todas partes del mundo, aunque aquí en mayor escala, “se induce una inflación, de la cual se beneficia, principalmente, la banca internacional”. Todo esto complica aún más el panorama social.


Brasil, “la mayor víctima”

En opinión del experto, Brasil, el gigante suramericano, ha sido “la mayor víctima” de estas situaciones. “Brasil fue incluido, hace una década, en el grupo económico de mayor futuro, el BRICS, pero su desempeño posterior ha sido muy diferente al de los otros cuatro componentes del grupo”.

China y Rusia “lideran la economía en diferentes aspectos”, mientras que India es el máximo proveedor de mano de obra del futuro, “y hasta es visto como un próximo productor de bienes confiables”, teorizó. A Sudáfrica la describe como la primera economía de ese continente, “con abundantes y muy variados recursos naturales, movilizados financieramente por una poderosa bolsa”.

Brasil tiene recursos, pero encuentra mayor dificultades para explotarlos: “Por su enorme extensión selvática, su gran población no tiene acceso a los bienes que les satisfagan sus necesidades básicas. Y parecería que sus habitantes no han tenido las condiciones gerenciales, industriales, ni comerciales para solventar tan difícil situación. Adicionalmente, en sus fronteras, la Ley no ha podido imponerse”.


Avanzar según las posibilidades

En cuanto a la recuperación de la zona, enfatizó que cada país tendrá que hacerlo de manera diferente, de acuerdo a sus posibilidades. “Eso, en buena parte dependerá de la actitud de los dirigentes, y de sus posibles deseos”. No obstante, reconoce que en América Latina no han abundado los “héroes” en tales disciplinas: “Las necesidades, las formas de cultura, la colonización antigua y actual, han incidido en disminuir voluntades y esconder talentos”.

Para salvar a Brasil, el país al que la OIT responsabiliza como principal generador del deterioro laboral en la región, apunta que “el resto del continente suramericano casi tendría que sacrificarse”. ¿Pero verdaderamente habría disposición para hacerlo? Matos indica que si nos remontamos al pasado y analizamos la actuación del país, muy probablemente no la haya. “Muy pocos se pondrían en riesgo por un país del cual no recuerdan nada amistoso de sus mejores épocas”, precisó.


Venezuela lucha para no sucumbir

Como es lógico, la situación de Brasil afecta a todos los países de la región, en especial a Venezuela por compartir fronteras y todo lo que esto implica. “Quienes viven en los estados Bolívar y Amazonas lo saben muy bien”, ratificó.

Pero Venezuela, ejemplificando cuán distintos pueden ser Latinoamérica y el Caribe, según la visión del economista, lucha para no sucumbir. “Casi cualquier país del mundo, con la inflación que tiene Venezuela, hubiera caído ante esa invasión que busca sus recursos naturales”.

Distintos analistas han previsto lo peor desde hace más de dos años y, a su parecer, “todavía no acaba de suceder tal cosa”. Insiste en que toda esa gran atención ha sido originada por tratarse de la primera reserva de petróleo del planeta: “Las grandes trasnacionales de extracción, exportación y transporte de hidrocarburos ven aquí al gran suplidor de petróleo de buena calidad, y muy cerca del principal consumidor”.


Puntualizó Luis Matos que, ante la esperanza de vencer todas estas amenazas y vivir en un mundo mejor, ha entrado el “comprador de trabajo barato” ofreciendo de forma engañosa esa posibilidad de empleo. Acompañado además por los religiosos (algunos hasta de buena fe) que también lo prometen, pero para después, cuando ya no vivamos, “en un cielo donde basta con haber sufrido pobrezas para vivir eternamente”.

Por Héctor Escalante
Periodista
martes, 7 de febrero de 2017

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