Irán, Argelia y Venezuela como casos de rentismo petrolero.
28/07/2017
Venezuela,
Argelia e Irán llevan años en
el centro de la actualidad internacional y han sido el objeto de muchos
análisis, comentarios y posts por
parte del Real Instituto Elcano. Aprovechando que el blog también toma
vacaciones en agosto, podría ser oportuno recomendar tres libros que ayuden al
lector a comprender mejor los tres países y ponerse en situación. Son dos
novelas y un diario que nos trasladan a Caracas en los meses que precedieron a
la muerte de Hugo Chávez, al
Argel asolado por el terrorismo yihadista de la década de 1990, y a los
despachos de la corte iraní para asistir a la ejecución de la descarnada
geopolítica petrolera del Shah. Los tres ponen el espejo en el borde del camino
de tres rentismos petroleros.
1. Patria
o muerte, Alberto Barrera Tyszka, Tusquets.
Patria
o muerte se abre con una llamada
telefónica al profesor Sanabria, oncólogo jubilado, de su sobrino chavista
recién llegado de La Habana donde permanece hospitalizado Hugo Chávez. A partir
de ahí se suceden las consultas, los rumores y desmentidos, hasta que el sobrino
pide a Sanabria que guarde un teléfono con una grabación comprometida sobre el
estado real de la salud de Chávez. Por la novela desfilan, entre otros, la
mujer radicalmente anti-chavista del doctor, el hermano y sobrino chavistas
exponentes de la burguesía bolivariana, brigadas de mujeres chavistas
procedentes de los ranchitos desalojando apartamentos ocupados, asesores
cubanos, y una niña encerrada en casa para escapar de la violencia. El autor
captura el ambiente de incertidumbre de lo que parecía el principio del fin del
chavismo, apuntando las dificultades que todavía estaban por venir. También
expone la polarización del país, incluso dentro de las familias, y la
dificultad de mantener la interlocución desde posiciones moderadas. La historia
no termina bien, pero queda lejos de agotar el deterioro al que años después ha
llegado el país. Ojalá el autor pudiera añadir un epílogo con final más feliz.
2. L’automne
des chimères, Yasmina Khadra, Folio Policier,
Gallimard.
Me recomendó la serie policiaca del comisario Llob un
alumno argelino con el que estoy en deuda. Conocía al ex-militar argelino con
pseudónimo autor de A
quoi rêvent les loups, una novela sobre lo que hoy llamaríamos el
proceso de radicalización de un joven de Argel. En la Librairie du Tiers Monde
de la plaza del Emir Abdelkader me recomendaron empezar por la cuarta de la
serie, El otoño de las quimeras. El
comisario Llob es una versión musulmana pía de Marlowe, igual de cínico y
machista, salvo que no se emborracha ni seduce herederas para hacer su justicia
particular. La novela, como toda la serie, retrata un sistema rentistacontrolado
por una cúspide de potentados de la familia revolucionaria (los manitús) y
nuevos ricos con conexiones (los nababs),
y en el otro extremo un ejército de jóvenes desempleados que pasan sus días
sujetando los muros (hitistes)
y hombres de mediana edad desilusionados con los resultados de la revolución.
También aparecen las víctimas de los atentados: ciudadanos, campesinos,
intelectuales, jueces, militares y policías. En esta entrega la investigación
lleva al lector por las suntuosas villas de Hydra y las infra-viviendas de la
Casbah o Bab El Oued, desde donde se escuchan de manera diferente las bombas
del GIA. Leyendo el libro todavía parece oírse el eco de las explosiones.
3. The
Shah and I. The Confidential Diary of Iran’s Royal Court, 1968-77, Asadollah Alam, editado por A. Alikhani, IB Tauris.
Recomendado durante un viaje a Irán por nuestro
director, Charles Powell, al ser el diario del ministro de la corte y hombre de
confianza del Shah no se encuentra en Teherán y hubo que recurrir a Amazon. El
diario, editado y resumido, recoge una prolija descripción de las decisiones
políticas del Shah, menos amena que la crónica de Kapuściński,
pero más rigurosa y detallada en relación a la política internacional y, sobre
todo, petrolera. Recoge episodios como el pulso del Shah con los británicos por
aumentar la producción de petróleo de Irán y el precio recibido, las tensiones
con otros productores del Golfo, el camino hasta la decisiva reunión de la OPEP
del 23 de diciembre de 1973 en Teherán tras la guerra árabe-israelí del mismo
año que provocó la primera crisis del petróleo,
o la carta que Nixon le escribió pidiéndole que rectificara. El diario muestra
a un Shah imbuido de su papel de líder petrolero que pasa de disponer de unos
ingresos por petróleo de 1.100 millones de dólares en 1970 a más de 20.000
millones tras la subida de precios. Narra también el despilfarro que siguió y
el carácter ilusorio de las pretensiones de desarrollar Irán a base de
petrodólares. El Shah disparó las importaciones, pero la ausencia de puertos
las inutilizó durante meses, antes de que lo hiciesen la falta de carreteras y
ferrocarriles y, finalmente, la falta de capital humano para esa modernización express (desde pilotos de
caza a ingenieros industriales). Alam narra los infructuosos esfuerzos del Shah
por gestionar un proceso de desarrollo que no entiende, y le critica (sin
éxito) por rodearse de aduladores y no escuchar a los expertos. Quizás sea esta
la moraleja más adecuada para colgar el letrero de cerrado por vacaciones del
blog de un think tank. Buena lectura sobre
rentismo petrolero y buenas vacaciones.
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