La decisión tomada el 5 de junio por Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Bahréin y Egipto de suspender las relaciones diplomáticas con Catar ha enviado ondas de choque a través de todo Oriente Medio. El bloqueo provocado ha interrumpido una gran parte del comercio marítimo y terrestre con Catar, lo cual hace temer que este pequeño estado pueda afrontar penurias alimentarias próximamente.
Las principales líneas aéreas, entre las cuales se encuentran Emirates, Gulf Air, flydubai y Etihad Airways, han anulado vuelos. Los ciudadanos cataríes que viven en los países que participan en el bloqueo no han tenido más que dos semanas para volver a sus casas. Incluso los inmigrantes con permiso de residencia catarí han sido alcanzados por la ola de expulsiones. Los EAU han prohibido toda expresión de simpatía hacia Catar (también en Twitter), y los transgresores han sido amenazados con penas de prisión de hasta 15 años.
Los gobiernos que se encuentran estrechamente ligados a Arabia Saudí y a los EAU han expresado rápidamente su apoyo al bloqueo, entre los cuales se hallan la Cámara libia de Representantes de Tobruk, el gobierno yemení de Abd al-Rahman Rabbuh al-Mansur al-Hadi, apoyado por los saudíes, así como las Comoras, Mauritania y las Maldivas. La ofensiva contra Catar llega tras varios meses durante los cuales los medios de comunicación estadounidenses y del Golfo publicaron artículos con citas de altos cargos de Estado que afirmaban que Catar estaría financiando a grupos islamistas y acercándose a Irán. Yousef al-Otaiba, embajador de los EAU en los EEUU, ha jugado un rol importante en esta campaña.
Desde el inicio de las revoluciones árabes de 2011, al-Otaiba ha recorrido los pasillos del poder en Washington, alertando de que dichas revueltas populares amenazaban el orden establecido en la región y declarando que Catar apoyaba movimientos e individuos hostiles tanto a Arabia Saudí como a los EAU. Antiguos funcionarios del gobierno estadounidense, así como think-tanks de este país y, de manera notoria, la Israel Foundation for the Defense of Democracies (FDD), neoconservadora e importante defensora de la invasión de Irak de 2003 , retomaron esta cruzada anti-catarí. El 23 de mayo, la FDD organizó un importante seminario para debatir sobre las relaciones de esta nación del Golfo con los Hermanos Musulmanes así como sobre la manera en la que la administración Trump debería reaccionar. En esta ocasión, el ex secretario de defensa Robert Gates apeló al gobierno estadounidense a trasladar su enorme base aérea de Catar si este país no cortaba sus relaciones con estos grupos. Según varios e-mails publicados poco después de la conferencia, al-Otaiba habría repasado y respaldado los comentarios de Gates. Es esta filtración la que habría favorecido la activación del bloqueo, lo cual da cuenta de la íntima relación que mantenía el embajador con Gates, con la FDD y con otras figuras próximas de la administración Trump. Tanto los EAU como Arabia Saudí han declarado igualmente que Catar habría intentado intensificar sus relaciones con Irán en los últimos meses. Una prueba sería que Catar habría pagado recientemente 700 millones de dólares a Irán para obtener la liberación de 26 miembros de la familia real catarí secuestrados en Irak en 2015 y detenidos en Irán durante un año y medio. Esta historia relacionada también con una supuesta transferencia separada de alrededor de 300 millones de dólares a grupos próximos de al-Qaeda en Siria ha sido negada por el primer ministro iraquí Haider al-Abadi, quien declaró el 11 de junio que el dinero se encontraba aun en el banco central iraquí.
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