Con
Venezuela en caos, el chavismo va de apuro a ver al Papa y reza porque suba el
petróleo
El presidente
de Venezuela, Nicolás Maduro, es recibido por el presbíterio italiano Guido
Marini, maestro de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo
Pontífice (EFE)
Ricardo Roa
- Clarin.com
- Opinión
- 25/10/16
Maduro entró al Vaticano como quien dice pasaba por aquí, vi
luz y entré. Ninguna casualidad. El sucesor de Chávez venía de Irán y de Arabia
Saudita cabildeando con otros grandes productores de petróleo sobre cómo bajar
la producción para subir el precio.
La Venezuela bolivariana está al borde del abismo y Maduro
busca en Medio Oriente el apoyo que no puede esperar en ningún otro lado: en
Europa está perdido y en Washington ni le atienden el teléfono. Ganar tiempo es
todo a lo que aspira.
Ganar tiempo a la espera de que el petróleo suba y ganar
tiempo a la espera de que prescriban los plazos del referéndum revocatorio
convocado por la Asamblea Nacional que domina la oposición. El Consejo
Electoral, una sucursal del chavismo, ha frenado el llamado.
Si la consulta se hiciera antes de enero y el régimen la
perdiese deberían celebrarse elecciones presidenciales. Pero si se hicieran
después Maduro podría nombrar a un vicepresidente sucesor para completar el
mandato hasta 2019. Maduro tiene un 78% de imagen negativa. Dice que habla con
pajaritos pero no cree en milagros.
El como vi luz, entrétiene mucho de urgencia y poco y nada de
último momento por más que la visita al Papa haya sido presentada como privada
y no de Estado. Se nota a la legua que viene de antes.
La inteligencia no es lo que lo vuelve diferente pero Maduro
apeló inteligentemente a la carta vaticana de apuro. Volteando el revocatorio
desafió a la cada vez más desafiante oposición. Completó el trabajo de Chávez
de borrar la democracia en Venezuela. Maduro es Bordaberry con socialismo del
siglo 21.
Como no puede ofrecer garantías, las toma prestadas afuera.
Francisco no puede decir que no instó al diálogo. Pero la víctima no es Maduro:
la víctima es el pueblo venezolano.
Lo que no debería hacer el Papa es equiparar. Afectaría a las
víctimas y ayudaría al victimario. El hecho mismo de recibir a Maduro favorece
al dictador que está armando un modelo post democrático.
Maduro es un beneficiado indirecto de la nueva relación entre
Estados Unidos y Cuba, una vuelta de hoja histórica de la que Francisco fue
intermediario eficaz. También lo es del postergado acuerdo de paz entre
Colombia y la guerrilla de las FARC.
Cuba, una de las últimas viudas de la Guerra Fría, tiene un
estado gigantesco que paraliza cualquier transformación económica y que depende
del petróleo bolivariano. El fracaso revolucionario los une con Venezuela. Y
los une la búsqueda internacional de que ese fracaso no se convierta en un caso
inmanejable.
Bloqueado como una caja de seguridad, el autoritarismo
anacrónico del chavismo llevó al caos económico, la persecución y cárcel de
opositores y una crisis humanitaria que nada puede ya ocultar. Human Rights
Watch informó que el 76% de los hospitales no tiene remedios, no están en las farmacias
y comprarlos en el mercado negro es para millonarios.
El silencio de la región ante esas cifras inhumanas clama al
cielo. Todavía hay personajes vergonzantes y temerosos de una izquierda
falsamente progresista que machaca sobre el miedo que tienen de ser tildados de
reaccionarios. Un mote patentado por la gerencia de marketing de La Habana.
Otro anacronismo que, se ve, sigue funcionando.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario