Si el Ejército mantiene la neutralidad, el desmontaje del chavismo puede
ser pacífico. Lo peor ha pasado, pero los zarpazos del régimen moribundo pueden
hacer aún mucho daño
El chavismo y su arrogante etiqueta ideológica, “el
socialismo del siglo XXI”, han comenzado a desmoronarse luego de las elecciones
del domingo pasado y la aplastante victoria de las fuerzas de oposición
agrupadas en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Un viento de libertad
corre ahora por la tierra venezolana, devastada por 17 años de estatismo,
colectivismo, represión política, demagogia y corrupción que han llevado a la
ruina y al caos a uno de los países potencialmente más ricos del mundo.
La oposición al Gobierno de Maduro cuenta con 112
diputados, dos tercios de la Asamblea Nacional, lo que en teoría le permite
desmontar toda la maquinaria económica y política del chavismo, aprobar una ley
de amnistía para los presos políticos e, incluso, convocar un plebiscito
revocatorio del jefe de Estado. Pero es probable que, tal como ha propuesto
Henrique Capriles, el más moderado de los líderes de la oposición, ésta proceda
con cautela, consciente de que el problema más urgente para el pueblo
venezolano es el del hambre, el desabastecimiento y la carestía de un país que
tiene la inflación más alta del mundo y las mayores tasas de criminalidad
(luego de Honduras) en América Latina.
Aunque, como ocurre siempre con las alianzas en el
seno de una democracia, hay entre las fuerzas de oposición tendencias diversas,
lo peor que podría ocurrirle a Venezuela en estos momentos es una querella
interna en la MUD. Una oposición dividida sería un verdadero regalo de los
dioses para el régimen chavista que, a consecuencia de la brutal derrota
electoral que acaba de recibir, comienza a dar síntomas de divisiones y
discordias internas.
Hay toda clase de teorías para explicar la
misteriosa razón por la que el Gobierno de Maduro ha aceptado este apabullante
veredicto electoral que significa el principio del fin del “socialismo del
siglo XXI”. No ha sido por convicción democrática, desde luego, pues, desde el
principio, y sobre todo a partir de la subida al poder del heredero de Chávez,
la deriva autoritaria —censura de prensa, encarcelamiento de opositores, toma y
clausura de canales de televisión, estaciones de radio y revistas y periódicos,
desapariciones y torturas de los críticos de su política— ha sido una constante
del régimen.
Lo peor que
podría ocurrirle a Venezuela en estos momentos es una querella interna en la
MUD
Mi impresión es que el fraude estaba preparado y
que, simplemente, no pudo llevarse a cabo por la abrumadora superioridad del
voto opositor (cerca de ocho millones contra cinco) y por la actitud del
Ejército, que impidió al Gobierno chavista ponerlo en práctica. La exasperación
de Diosdado Cabello, exjefe de la Asamblea Nacional y segundo hombre del
régimen —perseguido por la justicia internacional acusado de vinculaciones con
el narcotráfico— contra el jefe del Ejército y ministro de Defensa, el general
Vladimir Padrino López, a quien quiere destituir, es bastante significativa.
Como lo es que el general Padrino López se negara a propiciar un fraude que
hubiera podido saldarse con una horrenda matanza de civiles exasperados porque
quisieran arrebatarles con fusiles lo que habían ganado con sus votos en las
urnas.
La postura del Ejército venezolano será decisiva en
los días que se avecinan. Si mantiene la neutralidad que ha tenido durante el
proceso electoral y se niega a ser utilizado como fuerza de choque del régimen
para clausurar la Asamblea Nacional o condenarla a la inoperancia, el
desmontaje del chavismo puede ser gradual, pacífico y acelerar, mediante el
apoyo internacional, la recuperación económica de Venezuela. En caso contrario,
el espectro de una guerra civil y de una sanguinaria represión contra el pueblo
que acaba de manifestar su repudio del régimen, son previsibles.
La postura que
adopten las fuerzas armadas será decisiva en los días que se avecinan
Hay que quitarse el sombrero y aplaudir con fervor
al pueblo venezolano por su formidable gesta. En todos estos años, aun cuando
parecía que una mayoría se había enrolado en la ilusión antihistórica y
retrógrada del chavismo, hubo venezolanos lúcidos y valientes que se
enfrentaron con razones e ideas a las consignas y amenazas de un régimen que
pretendía resucitar un sistema que en todas partes —Rusia, China, Vietnam, la
misma Cuba— hacía aguas y discreta u ostentosamente renunciaba al estatismo y
al colectivismo y viraba hacia el capitalismo (de Estado y con dictadura
política, eso sí). Muchos de ellos fueron víctimas de atropellos que los
privaron de sus bienes, empresas, empleos, que los llevaron a la indigencia o a
la cárcel o al exilio. Pero lo cierto es que siempre hubo una oposición activa
contra el chavismo que mantuvo viva la alternativa democrática en todos estos
años, mientras el país se iba hundiendo en la anarquía institucional, se
empobrecía y corrompía, y los niveles de vida se desplomaban golpeando sobre
todo a los más humildes e indefensos. Millones de esos venezolanos engañados
por la fantasía de un paraíso comunista abrieron los ojos y fueron a votar el
domingo pasado contra aquel engaño. Ellos han dado la victoria a la MUD, es
decir, a la cultura de la libertad, la coexistencia y la legalidad.
Lo que queda por delante es difícil, pero sin duda
lo peor ha quedado ya atrás. Ahora lo importante es tener conciencia de que una
fiera herida es más peligrosa que una sana y que los zarpazos del régimen
moribundo pueden hacer todavía mucho daño a la golpeada Venezuela. Las medidas
más urgentes son por supuesto abrir las cárceles a fin de que Leopoldo López,
Antonio Ledezma y las decenas de demócratas encarcelados salgan en libertad y
puedan trabajar hombro a hombro con sus compatriotas en la democratización de
Venezuela y en la recuperación económica de un país tan rico en recursos
naturales y humanos. Es indispensable que la ayuda internacional se vuelque
apoyando esta tarea hercúlea, devolver al país la credibilidad financiera y la
legalidad y la eficacia institucional que ha perdido en estos años de desvarío
y locura chavista. Por fortuna, Venezuela es uno de los países que cuenta con
una naturaleza privilegiada así como con cuadros profesionales, técnicos y
empresariales de muy alto nivel. Muchos de ellos tuvieron que exilarse en los
años del desorden y el autoritarismo chavista. Pero no hay duda de que buen
número está ansioso por regresar y contribuir con su esfuerzo a la redención de
su país luego de esta noche siniestra de 17 años.
Quisiera destacar el papel jugado por la mujer en
la victoria del domingo pasado. Ante todo la de Lilian Tintori, la esposa de
Leopoldo López, a quien las circunstancias sacaron a la calle y empujaron a un
activismo político de primer orden con el que nunca soñó. Y es imprescindible
también mencionar a María Corina Machado, golpeada y despojada de su curul de
diputada de manera arbitraria, que no perdió en ningún momento su entusiasmo ni
su compromiso cívico. Para ambas y muchas otras venezolanas tan gallardas como
ellas el resultado de las elecciones del domingo ha sido el mejor desagravio.
Ilustración: FERNANDO VICENTE
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© Mario Vargas Llosa, 2015
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