jueves, 11 de mayo de 2017

La democracia liberal, en declive - Soledad Gallego-Díaz

Las nuevas leyes mordaza y la pretendida protección de identidades y creencias corroen el sistema

Un estudio del Pew Research Center, especializado en observar los estados de ánimo de la opinión pública norteamericana, llegó hace relativamente poco a una conclusión muy llamativa: los jóvenes estadounidenses (18-34 años) son mucho más partidarios (40%) que sus padres o abuelos (27% y 12%, respectivamente) de que los gobiernos puedan impedir que la gente diga cosas ofensivas contra las minorías. Alguien puede pensar que, aparentemente, es una buena noticia que los jóvenes se sientan más cercanos a las minorías, sean raciales, sexuales o de cualquier tipo, pero lo importante de este sondeo no está ahí, sino en la notable aceptación que existe de la idea de que el gobierno debe tomar medidas para recortar la libertad de expresión. Y eso es importante porque es uno de los índices más aceptados para valorar la salud de las democracias: los ataques a la libertad de expresión, junto con los nacionalismos y tribalismos de todo tipo, el aumento incontrolado de las desigualdades y la aparición de movimientos que impugnan las normas democráticas, son las cuatro grandes pestes que debilitan, y provocan el declive, de la democracia liberal.

La razón, y no la empatía, nos permite tomar decisiones éticas y justas - Peter Singer

  
Al  resultar electo presidente de los Estados Unidos, Barack Obama le dijo a una niña: “A este mundo le falta empatía, y cambiar eso depende de tu generación”. La idea que expresaba Obama está muy difundida, así que el título de un nuevo libro de Paul Bloom (psicólogo de la Universidad de Yale) puede generar sorpresa: Against Empathy [Contra la empatía]. ¿Cómo puede alguien estar en contra de algo que nos permite ponernos en los zapatos de los demás y sentir lo que sienten?

La era de las falsas políticas - Paul Krugman

Trump se va a dedicar a intervenciones llamativas pero triviales que ocultan sus verdaderos programas

El jueves, haciendo cálculos aproximados, 75.000 estadounidenses perdieron su empleo. Algunos de esos trabajadores encontrarán nuevas ocupaciones, pero muchos acabarán ganando menos, y otros seguirán en paro durante meses, o años.

Morir por nada - Antonio Navalón

Ocho años después de la crisis no hay modelo, no hay solución, no hay culpables y nadie sabe dónde ir

Me dan mucha pena los gobernantes actuales. Pobres tiempos aquellos en los que ser un buen líder era sinónimo de buena gestión económica. Pobres tiempos aquellos en los que los políticos ganaban en las urnas para que después el carnicero de finanzas de turno ofreciera el sacrificio de la sociedad en el altar del FMI o del Banco Mundial, según el principio de la política moderna que dicta que lo sano es la economía y lo enfermo, los pueblos. Ahora más allá del ruido y la furia, del insulto y de las cuentas pendientes que cada uno tenemos con nuestro país, ¿dónde está la gran bolsa de la desesperanza? En todo el mundo, en el mismo sitio, en la gente castigada porque nadie quiere confesar que el modelo que nació en Bretton Woods en 1944 ya murió.