Por
Marcos Borcoski
31/01/2017
La
Federación de Rusia celebra el 10 de febrero el Día del Diplomático.
"Mejor diez años de
negociaciones que un día de guerra". (Andrey Gromyko, canciller de la
antigua Unión Soviética)
El
mundo está convulsionado en muchas partes. Hay guerras, luchas intestinas y
batallas tribales. Pero si bien existen conflictos, siempre ha existido un
trabajo silencioso, a veces anónimo, que ha permitido evitar conflictos y, en
muchos casos, acortar sus duraciones y consecuencias.
Este
ha sido el trabajo de la diplomacia. Y cuando se habla del mundo de la
diplomacia la gente común se imagina a personajes que acuden a recepciones
oficiales, beben champagne y degustan delicatessen. Pero la verdad es que hay
mucho más que eso. Mucho más. Por ejemplo, en Rusia la diplomacia ha cumplido
más de 450 años. Hacer un resumen de la historia de la diplomacia rusa, desde
sus inicios y hasta la actualidad es una tarea titánica y casi imposible, pero
trataré de hacerlo.
En
Rusia, la diplomacia se funde con nombres de personajes históricos y que más de
alguna vez hemos escuchado nombrar.
Sus
inicios se remontan al siglo XVI cuando Iván Mikhailovich Viskovatiy inició sus
actividades de orden diplomática el 25 de julio de 1570, es decir, hace 447
años-- cuando había pasado solo 29 años del descubrimiento de Chile-- durante
el régimen del Zar Iván el Terrible, y considerado uno de los creadores del
estado ruso. Los historiadores dicen que gracias a los esfuerzos de Viskovatiy,
en 1556 se formó el Posolsky Prikaz, el actual Ministerio de Asuntos Exteriores
de Rusia.
El
Príncipe Borís Ivanovich Kurakin (en el retrato al final de esta crónica) fue
el tercer Embajador permanente de Rusia en el extranjero, recordado como el Padre
de la Diplomacia Rusa, inició su carrera diplomática en 1707 cuando fue enviado
a Roma para convencer al Papa Clemente XI para que no reconociera al candidato
de Carlos XII de Suecia, Stanislaus Leszczynski, como Rey de Polonia. Entre
1708 a 1712 representó a Rusia en Londres, Hannover y La Haya. Imaginemos esto:
La Haya-- el nombre de una ciudad que ahora suena en los medios chilenos-- en
la década de 1700 Rusia ya tenía un embajador. De 1716 a 1722, ocupó el cargo
de embajador en París y en 1722 fue nombrado supervisor de todos los
embajadores rusos acreditados en los diferentes tribunales europeos.
Alexander
Mikhailovich, dueño de una reputación duradera, fue un estadista ruso
perteneciente a una familia principesca y aún en los tiempos modernos se le
recuerda como uno de los diplomáticos más influyentes y respetados del siglo
XIX.
Alexander
Serguéievich Griboiédov o Griboyédov, fue además de diplomático dramaturgo,
músico, y poeta. Se inició en la carrera militar, pero la abandonó por la
actividad diplomática. De 1818 a 1829, con ciertos intervalos, estuvo destinado
en la Embajada rusa en Teherán, llegando a ocupar el cargo de ministro
plenipotenciario.
Pero
viajando en esta máquina del tiempo imaginaria, comienzan a surgir nombres que
quienes estamos en el periodismo comenzamos a reconocer.
Andrey
Gromyko asumió como Ministro de Relaciones Exteriores de la Unión Soviética en
1957. Fue un diplomático de primer nivel durante 48 años como representante de
la URSS y considerado tanto en la Unión Soviética como en Occidente como
negociador prodigiosamente capaz. Desempeñó un papel central en las
negociaciones con las potencias extranjeras que abarcan desde la Segunda Guerra
Mundial hasta el comienzo de la era de la Perestroika. Sirvió bajo cinco líderes
soviéticos desde Stalin hasta Gorbachov. Su estilo de negociación fue
legendario. Tenía una memoria privilegiada, que le permitió recurrir a
innumerables argumentos legales y diplomáticos, nombres, fechas y hechos
durante las discusiones. Gromyko comentó más adelante este estilo: "Mejor
diez años de negociaciones que un día de guerra".
Gromyko
es recordado como Canciller y una de las figuras más importantes durante la
época de la Guerra Fría y estaba en ese cargo cuando se produjo la crisis de
los misiles en Cuba y fue el promotor de la idea de la "détente" o
distensión con Occidente. En 1963 suscribió el Tratado de Prohibición de
Pruebas de Armas Nucleares en la atmósfera, en el espacio exterior y
submarinas; en 1973 firmó el acuerdo URSS/EE.UU. para la prevención de la
Guerra Nuclear y en 1979, el acuerdo entre ambas potencias sobre la limitación
de armas estratégicas ofensivas.
También
hubo un ruso que batió todos los record de su permanencia diplomática en los
Estados Unidos. Anatoli Fiódorovich Dobrynin era el embajador soviético en los
Estados Unidos cuando en el año 1962 se produjo la crisis de los misiles en
Cuba. Prestó servicios diplomáticos en ese país durante los gobiernos de John
Kennedy, Lyndon B. Johnson, Richard Nixon, Gerald Ford, Jimmy Carter y Ronald
Reagan.
La
rivalidad durante la Guerra Fría le convirtió en un hombre clave en el diálogo
geopolítico que mantenía entonces la Unión Soviética con los Estados Unidos. Y
fue en diciembre de 1989 que asistió a la Cumbre de Malta que formalmente puso
el punto final a la Guerra Fría. La diplomacia en plena acción. (Continuará).
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