El sociólogo polaco ha fallecido este lunes a los 91 años
El sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman ha fallecido este lunes a los 91 años en Leeds, Inglaterra, según informa el diario de Varsovia Gazeta Wyborcza. Bauman murió en su casa, rodeado de su familia, según Anna Zejdler-Janiszewska, profesora de filosofía de Varsovia y amiga de Bauman, quien fue informada de su muerte por su esposa.
Con su muerte, se va uno de los intelectuales contemporáneos y sociólogos europeos más importantes de las últimas décadas, entre los más prolíficos y activos hasta los últimos momentos de su vida.
Sus obras exploraron la fluidez de la identidad en el mundo moderno, el Holocausto, el consumismo y la globalización
Las obras del pensador de izquierda de origen polaco exploraron la fluidez de la identidad en el mundo moderno, el Holocausto, el consumismo y la globalización.
Reconocido por un enfoque que incorporó filosofía y otras disciplinas, Bauman fue una fuerte voz moral para los pobres y desposeídos en un mundo vencido por la globalización. Ya sea que estuviera escribiendo sobre el Holocausto o la globalización, su enfoque se centró en cómo los seres humanos pueden crear una vida digna a través de decisiones éticas.
Zygmunt Bauman (Jordi Belver)
Escribió más de 50 libros, especialmente Modernidad y Holocausto (1989) en el que se diferenciaba con muchos otros pensadores que veían la barbarie del Holocausto como un fracaso en la modernidad.
Entre sus obras más significativas destacan La modernidad líquida (2000), considerada su obra cumbre, en la que observa cómo el capitalismo globalizado está acabando con la solidez de la sociedad industrial; Amor líquido (2005) y Vida líquida (2006).
Además es ator de títulos como La cultura como praxis (1973), La posmodernidad y sus descontentos (1997), La globalización: consecuencias humanas (1998), En búsqueda de la política (1999), La sociedad individualizada (2001) y Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias(2005).
Bauman consideraba los exterminios masivos de los judíos como el resultado mismo de tales pilares de la modernidad como la industrialización y la burocracia racionalizada. “Fue el mundo racional de la civilización moderna lo que hizo pensar al Holocausto”, escribió Bauman.
Es conocido por ser el padre de la “modernidad líquida”
En la década de 1990, Bauman acuñó el término “modernidad líquida” para describir un mundo contemporáneo en tal flujo que los individuos se quedan sin raíces y privados de cualquier marco de referencia predecible. Sus obras también exploraron la fragilidad de la conexión humana en estos tiempos y la inseguridad que crea un mundo en constante cambio.
“En una vida moderna líquida no hay vínculos permanentes, y cualquier cosa que ocupemos por un tiempo debe estar ligada libremente para poder desatarse de nuevo, tan rápido y sin esfuerzo como sea posible, cuando las circunstancias cambien”, dijo Bauman.
Desde 1971 vivía y enseñaba en Leeds, Inglaterra
Nacido en Poznan en Polonia en 1925, en el seno de una familia humilde, huyó del nazismo y se trasladó a la URSS para regresar posteriormente a Polonia, donde militó en el Partido Comunista y fue profesor de filosofía y sociología en la Universidad de Varsovia. La política antisemita del gobierno comunista después de los sucesos de marzo de 1968 le obligaron a abandonar de nuevo Polonia.
Desde 1971 vivía y enseñaba sociología en Leeds, Inglaterra, en cuya universidad era profesor. Fue conocido en todo el mundo por ser el teórico de la llamada “modernidad líquida”. A lo largo de su vida impartió clases en países como Israel, Estados Unidos y Canadá. Desde 1990, era profesor emérito.
En Polonia, a menudo se veía envuelto en la polémica. En 2006, un historiador derechista descubrió documentos que mostraban que Bauman sirvió como oficial en una organización militar de la era estalinista, el Cuerpo de Seguridad Interna, que ayudaba a imponer el comunismo a la nación matando a los resistentes al régimen.
Bauman reconoció pertenecer a esa unidad, pero insistió en que sólo tenía un trabajo de escritorio. Ninguna evidencia ha surgido vinculándolo a cualquier asesinato. Mientras tanto, algunos nacionalistas lo vieron como un enemigo del país.
Zygmunt Bauman en el documental 'In the same boat' (archivo)
En 2013, los partidarios de una organización de extrema derecha interrumpieron un debate público con Bauman en la ciudad de Wroclaw, en el oeste de Polonia, silbando y gritando “¡Vergüenza!” Y “abajo con el comunismo!” y sosteniendo las fotos de los combatientes de la resistencia polacos asesinados por los comunistas. Después de eso dejó de visitar su tierra natal.
Entre otros premios y reconocimientos, Bauman fue galardonado con el Premio Amalfi de Sociología y Ciencias Sociales (1992), el Theodor W. Adorno (1998) y el Príncipe de Asturias de Comunicación en 2010, entre los intelectuales “clave para entender el siglo XX”.
Este mismo lunes La Vanguardia publicaba una entrevista en la que hablaba de su última obra, Extraños llamando a la puerta (Paidós).
Zygmunt Bauman (Pedro Madueño)
REDACCIÓN | AGENCIAS, Barcelona
09/01/2017 17:54 | Actualizado a 10/01/2017 09:31 LA VANGUARDIA
http://www.lavanguardia.com/cultura/20170109/413212622054/zygmunt-bauman.html
ENTREVISTA AL PADRE DE LA MODERNIDAD LÍQUIDA
“El Brexit y Trump vienen por 30 años de atracón”
Zygmunt Bauman, sociólogo, publica ‘Extraños llamando a la puerta’
Zygmunt Bauman, sociólogo, padre del término ‘modernidad líquida’ (Pedro Madueño)
JUSTO BARRANCO, Barcelona
09/01/2017 01:47 | Actualizado a 09/01/2017 19:16
Zygmunt Bauman ha cumplido ya nada menos que 91 años, pero el sociólogo polaco afincado en Leeds desde hace decenios sigue en forma y no para de producir. El padre del término modernidad líquida –que tanta fortuna ha hecho estos años para explicar la sociedad y que se refiere a la fase actual del mundo, en la que los valores de la antigua modernidad sólida, como creencias políticas y religiosas, pareja y trabajo para toda la vida, se han desintegrado–, acaba de publicar Extraños llamando a la puerta (Paidós). Un libro sobre el impacto en la sociedad occidental de las actuales oleadas migratorias y sobre cómo la emigración es utilizada por muchos gobiernos para mostrar que son capaces de hacer algo, ya que, resalta, son incapaces de hacer las vidas de un cada vez mayor número de sus ciudadanos vivibles en unas sociedades en las que crece el precariado sometido a una enorme inseguridad existencial debido a la desregulación de los mercados y la flexibilización de las leyes laborales. El sociólogo ha respondido por correo electrónico a La Vanguardia.
Vivimos tiempos turbulentos. Ha habido numerosos resultados electorales inesperados en el 2016, desde el Brexit a Trump. ¿Hacia dónde gira el mundo?
Sí, ha habido una multitud de sorpresas, pero la mayoría de ellas surgieron de la misma causa: ahora es cuando estamos pagando el precio por los treinta o cuarenta años de atracón, de juerga otorgados por una serie de obsesiones demoniacas interconectadas, como vivir a crédito, la orgía consumista, la creciente brecha entre los ganadores y los derrotados, la nacionalización de las ganancias y la individualización de las pérdidas, el encogimiento de los rangos de los ganadores frente a la multiplicación de los perdedores y una globalización para los ricos que va aparejada con atar a los pobres al suelo. Y quizá, sobre todo, de la emancipación del poder, esto es, de los que son capaces de conseguir que las cosas se hagan realmente, del control de la política, que se supone que es la que debería decidir qué cosas se necesitan y deberían llevarse a cabo...
¿Los votantes ven levantar muros como una forma de mantener alejadas las fuerzas de la globalización?
He dicho, y repito con frecuencia, que la política de levantar muros en vez de puentes, proseguida por un creciente número de gobiernos, tiene como propósito explotar, para obtener mayor apoyo electoral, los miedos, el sufrimiento y el enfado causado por la creciente incertidumbre por la precarización de sus vidas en la que está instalada un sector cada vez mayor de la población. Pero esa política no hace nada realmente para mitigar y poner bajo control a los culpables reales.
¿Los resultados electorales sugieren que la globalización ha fracasado? Señala que el poder ha olvidado hacer las vidas vivibles.
¿Qué quiere decir con fracaso de la globalización? Uno necesita hacer promesas primero para incumplirlas después. Pero lo que ponemos bajo el nombre de globalización es en su mayoría un proceso espontáneo, incontrolado y sin diseño , sin coordinación por parte de ninguna autoridad global reconocida. Tiene más similitudes con la evolución de las especies que con un propósito humano. La globalización económica, y también la criminal y la terrorista, son ya un hecho de la realidad, mientras que la globalización política sinceramente no ha comenzado aún. En la última época Ulrich Beck, que se puede decir que fue el más profundo y agudo observador de las curiosidades e inanidades culturales del cambio de siglo, insistía en que todos hemos sido ya seleccionados, sin habernos pedido nuestro consentimiento, para la condición cosmopolita: somos ya todos interdependientes en casi todos los aspectos de nuestras vidas. Pero no hemos adquirido todavía una conciencia cosmopolita. Ni siquiera hemos tampoco comenzado a realizar intentos serios de adquirirla. Para Beck esa discrepancia era la mayor maldición, desafío y amenaza potencial de nuestro tiempo.
¿Por qué son las migraciones y no la precarización de la vida y la sensación de inseguridad existencial lo que encabeza las agendas en el mundo occidental?
Los dos problemas que menciona son compatibles y no excluyentes e intento dedicar todo el esfuerzo del que soy capaz a darles atención a ambos. Pero como regla general los gobiernos se desviven en focalizar sus políticas y las mentes de sus electores en lo que dé beneficios políticos de esos problemas. E igual que el diablo escapa corriendo del agua bendita, mantienen lo no aprovechable o rotundamente explosivo lejos de la conciencia pública. Políticamente provechosos tienden a ser problemas abiertos a ser conectados y enlazados en un bucle de causa y efecto con las aprehensiones existentes ya y con las preocupaciones de un sector significativo del electorado y permitir realizar una transfusión por lo menos de algunas de las emociones de las que rebosan. El manejo político de ambas cuestiones es en ese sentido potencialmente aprovechable políticamente. Pero otra demanda, la de posibilitar una abundancia de fotografías de gobiernos en acción, pruebas tangibles de que los que están arriba no están sentados perezosamente, sino flexionando sus músculos, permite a las migraciones batir a la precarización, sobre la que los gobiernos pueden hacer poco e incluso están menos decididos a evitarla, sin lugar a dudas.
Dice que la incertidumbre vital de un creciente sector de la población es uno de los factores que explican la actual mirada hacia los emigrantes, pero añade que otro es el uso de ellos como chivos expiatorios para las clases bajas.
En cuanto al primer punto que menciona –como en el caso de tantas otras cuestiones éticamente sensibles–, hay una tendencia visible a la adiaforización de la cuestión migratoria: negar o restar importancia al significado moral de la cuestión trasplantándolo desde el área de los problemas sociales al de la seguridad: securitizar un problema intrínsecamente social. En cuanto al segundo, muchos observadores y analistas han encontrado que quien quiere asegurarse de que una clase situada en lo más bajo de la sociedad no se rebele contra el poder y no desencadene su ira acumulada contra él, es encontrar, o crear un grupo o una categoría aún más discriminada que esa propia clase, más degradada y más humillada: marginados reales, de clase baja, excluidos, desposeídos de derechos. Un campo libre para cualquiera buscando una salida para su venganza y furia. Esa clase de gente serán convertidos en los defensores más militantes y guerreros de un gobierno que los levantó desde el más profundo de los pozos, la más sucia de las alcantarillas y les permitió así retener lo que sea que quede de su autorrespeto.
¿Por qué en el sur de Europa han aparecido partidos de izquierda radical en vez de organizaciones de extrema derecha?
En breve, podemos decir que la gente hace Historia mientras es hecha por la Historia. Así sucedió que mientras en el sur la izquierda ha tratado de mantenerse fiel a su agenda de igualdad y justicia en el Norte, con la excepción de Escandinavia, la abandonó y la arrojó a la calle para cualquier que quisiera cogerla. Lo hizo la derecha, saltando al ver la oportunidad.
¿En qué sentido dice que identificar migración con seguridad personal y nacional va a favor del terrorismo?
Es un juguete en manos de los terroristas, confirmando la propaganda islamista de que Occidente odia a los musulmanes y es su enemigo, Entre otras consecuencias convierte a musulmanes educados y jóvenes nacidos y criados en el mundo occidental en un campo fértil de reclutamiento para el terrorismo.
¿Cuál es su opinión sobre la respuesta europea a la llamada crisis de los refugiados?
En líneas generales es suicida a largo plazo. Los que la promueven, se están disparando a su propio pie, y, de paso, en el pie de todo el resto de nosotros en Occidente. Sólo un diálogo con buena voluntad , con el fin de un entendimiento mutuo puede, de nuevo a largo plazo, porque requiere tiempo hacer desaparecer los prejuicios enquistados y las supersticiones, resolver el conflicto de visiones globales.
Trump ha sabido decir lo que el precariado quería oír”
En Extraños llamando a la puerta , libro escrito antes de la victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses, Zygmunt Bauman habla en numerosas ocasiones de él y, curiosamente, ahora mismo las referencias se leen como si hablara ya del nuevo presidente y no de un candidato algo extemporáneo. Después de todo, entre otras observaciones, apunta que Trump es el candidato perfecto de la era viral, con las emociones fuera de control, compartiendo lo que viene del inconsciente, odio, miedo a los otros, ira.
En su libro, dice que Trump es una consecuencia del precariado, de la ansiedad que sufre la clase media y, también, de la necesidad que algunos tienen de hombres fuertes debido a la falta de poder de la política actual.
Son factores que explican el fenómeno, pero hay todavía un factor más que contribuyó considerablemente a la victoria de Donald Trump: él percibió de manera muy inteligente el espíritu de los tiempos, que sus competidores fracasaron en comprender, y hábilmente se presentó como un outsider de la élite política, luchando contra el establishment como un todo, y no sólo contra una u otra de sus divisiones partidistas. Eso es exactamente lo que la gran mayoría del precariado y de las antiguas clases trabajadoras querían oír, habiendo sido durante muchos años ignoradas, traicionadas, desposeídas y frustradas por un partido en el poder tras otro.
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