El cese inevitable y legítimo de Sánchez es la única salida para el
partido
La
salida del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, forzado por la dimisión
este miércoles de una mayoría de su comisión ejecutiva, es imprescindible. En
circunstancias normales en la vida de cualquier partido político, el revés
recibido por el PSOE en las elecciones autonómicas celebradas en Galicia y el
País Vasco el pasado domingo, que se suma a las derrotas cosechadas en las dos
elecciones generales del último año, donde el PSOE ha obtenido los peores resultados
de su historia, deberían haber supuesto la dimisión automática de su líder.
Cualquier dirigente político cabal lo hubiera hecho sin dudarlo. Pero Sánchez
ha resultado no ser un dirigente cabal, sino un insensato sin escrúpulos que no
duda en destruir el partido que con tanto desacierto ha dirigido antes que
reconocer su enorme fracaso.
La sucesión de acontecimientos ocurridos desde el
pasado domingo, empezando por su incomparecencia en la misma noche electoral y
terminando por la cobardía de enviar a su número dos —tal vez el único que le
queda al lado— a dar explicaciones en su lugar, son prueba del nivel de
degradación en el que Sánchez ha dejado el cargo de secretario general del
PSOE. En medio quedó una rueda de prensa, el lunes, en la que lejos de asumir
con humildad la derrota y felicitar democráticamente a los vencedores, se lanzó
en tromba contra sus críticos, acusándoles —en la mejor tradición sectaria— de
desviación ideológica y de trabajar para beneficiar al principal rival, el
Partido Popular.
Pero
la gota que sin duda ha colmado el vaso ha sido la decisión de adelantar el
congreso del partido con el exclusivo fin de hacerse reelegir y blindarse
frente a una segura derrota en unas próximas elecciones, faltando así a los
compromisos adquiridos con sus compañeros de partido, que supeditaban cualquier
movimiento interno a la formación de un Gobierno.
Ahora,
los órganos competentes del partido han dejado sin funciones a la ejecutiva de
Sánchez y, de esa forma, ha quedado anulada la secretaría general. Una gestora
debería conducir el partido hasta la celebración de un congreso extraordinario,
que de ninguna forma debería tener lugar antes de que quede despejado el
horizonte de la gobernabilidad de España.
El
enrocamiento del que hizo gala Sánchez al negarse a aceptar su cese por la
pérdida de confianza por parte de la mayoría de su ejecutiva y su pretensión de
seguir adelante con la convocatoria de un congreso aboca al PSOE a un proceso
de destrucción a la vista de todo el mundo. Su empecinamiento en seguir con esa
hoja de ruta insensata es el que de verdad refuerza al PP y a Podemos, debilita
al PSOE y aleja a su partido de cualquier posibilidad de gobernar en un futuro
próximo.
Ni
Felipe González, ni Joaquín Almunia ni José Luis Rodríguez Zapatero se
aferraron al argumento populista de convocar a los militantes para
atrincherarse en el cargo. Supieron elegir el mejor momento para irse por el
bien del partido. No es el caso de Sánchez, dispuesto a hundirlo en las urnas
por años.
Hemos
sabido que Sánchez ha mentido sin escrúpulo a sus compañeros. Hemos comprobado
que sus oscilaciones a derecha e izquierda ocurrían únicamente en función de
sus intereses personales, no de sus valores ni su ideología, bastante
desconocidos ambos. Admitimos no tener gran confianza en su capacidad de
rectificar. Pero queremos hacer, pese a todo, un esfuerzo final y llamar a
Sánchez a recapacitar: que medite sobre el daño ya causado a su partido y que
se vaya para no causarle todavía más.
29 SEP 2016 - 11:56 CEST EL PAIS
Foto: El líder del PSOE, Pedro Sánchez, el lunes pasado en Madrid ULY MARTÍN
Pedro
Sánchez se niega a dejar su cargo
La renuncia de los
miembros del órgano de dirección pretende evitar un congreso exprés
Pedro Sánchez, este miércoles, a la
salida de la sede del PSOE, ya de noche. ULY MARTÍN / ATLAS
El líder del PSOE, Pedro Sánchez, se considera
con plenas capacidades para
seguir al frente del partido pese a que 17 miembros de su ejecutiva —la mitad más uno de los integrantes del órgano directivo de la
formación— presentaron este miércoles su renuncia. Este hecho debe desencadenar
la dimisión de toda la ejecutiva para que el comité federal conduzca al partido
a un congreso extraordinario que dirima el liderazgo. Sánchez opina que, pese a
las dimisiones, sigue siendo secretario general y pretende convocar este jueves
a los miembros de la ejecutiva que le apoyan y reunir el sábado al comité
federal para dar paso a un congreso extraordinario. Los críticos consideran que
Sánchez falsea los estatutos para aferrarse al cargo. No hay solución ni
transacción posibles.
La guerra abierta por Pedro Sánchez el pasado lunes, alconvocar por sorpresa un
congreso con primarias para elegir al nuevo secretario general, ha tenido como respuesta de los críticos la dimisión de
la mitad más uno de los miembros de la ejecutiva federal para propiciar la
disolución de toda la ejecutiva y, por tanto, la caída también de su secretario
general. Así lo establece el artículo 36 delos estatutos que, sin embargo, al no decir expresamente que toda la
ejecutiva debe dimitir y tampoco mencionar al secretario general, Sánchez no se
da por enterado. Es más, ha cogido el guante que le han lanzado sus críticos
para precipitar incluso sus planes de presentarse cuanto antes ante la militancia
para que voten al nuevo secretario general entre los aspirantes que lo deseen.
En una tarde de máxima tensión en la sede federal del
PSOE, el equipo más directo de Sánchez estudió con lupa el escrito que sobre
las cinco de la tarde entregó Antonio Pradas, secretario de
política federal y
persona de confianza de Susana Díaz, presidenta de Andalucía. Pradas,
acompañado por Eva Matarín, otro miembro de la ejecutiva, entregó a un técnico
de la secretaría de organización el documento con el nombre de los 17
dimitidos.
El
artículo 36
El texto invocaba el citado artículo 36, que fija entre
las competencias del comité federal “cubrir las vacantes que se produzcan en la
comisión ejecutiva federal y comisión federal de ética y garantías. Cuando las
vacantes en la comisión ejecutiva federal afecten a la secretaría general, o a
la mitad más uno de sus miembros, el comité federal deberá convocar congreso
extraordinario para la elección de una nueva comisión ejecutiva federal”. Este
mismo texto es interpretado de manera radicalmente diferente por los
partidarios de Sánchez y por los críticos. Todos están de acuerdo en que esas
dimisiones llevan a que un comité federal convoque un congreso. Sin embargo,
para Sánchez eso no equivale a que también tengan que dimitir el secretario
general y los ejecutivos que quedan. Esta reacción expresada por César Luena,
secretario de Organización, desde la sede de Ferraz, fue seguida con estupor
por los que se oponen a Sánchez. Los precedentes a nivel provincial y regional
no dejan duda respecto a que las dimisiones de la mitad más uno de la ejecutiva
acaban con toda ella, algo que resaltó inmediatamente después Pradas, quien dos
horas antes había presentado las firmas de dimisión.
A medida que avanzaba la tarde, los críticos reunían
argumentos a favor de su tesis extraídos del propio reglamento de
funcionamiento de la comisión ejecutiva federal. En su artículo 6 deja claro
que no podrá actuar si faltan la mitad más uno de sus componentes. “El pleno de
la comisión ejecutiva federal se entiende debidamente constituido cuando estén
presentes la mitad más uno de sus miembros”. Con esta literalidad sí parece del
todo claro que el paso que este miércoles mismo dio Sánchez no se sustenta en
la legalidad, al convocar a la ejecutiva cuando le faltan 17 miembros, es
decir, la mitad más uno.
Sin embargo, el secretario general pretende reunir hoy
mismo a los miembros de su ejecutiva a los que convocó anoche, descontados ya
los 17 que han presentado su dimisión. Entre tanto ha llamado a la militancia
“en estos momentos difíciles e inéditos” para que mantengan “la serenidad”.
Un
precedente en Ávila
Los críticos aportaron además otros argumentos en contra
de la interpretación de Sánchez de quedarse en Ferraz con una resolución de la
propia ejecutiva federal de enero de 2014. La comisión provincial de Ávila se
vio afectada por la dimisión de la mitad más uno de sus miembros: “Por tanto se
formará una comisión gestora”, decía la resolución. Además, la ejecutiva
federal dejaba sin funciones desde ese momento a la dirección provincial: “Por
la presente procedemos a la suspensión cautelar de esa ejecutiva”. Recuerdan
además que en 2000 Joaquín Almunia presentó su dimisión de la secretaría
general y dio lugar a la formación de una gestora y a la convocatoria de un
congreso de donde salió elegido José Luis Rodríguez Zapatero. A los
oficialistas no les sirve ese proceso como referencia ya que consideran que esa
sustitución fue fruto de un pacto político, en el que representantes de todas
las sensibilidades formaron una gestora presidida por Manuel Chaves, que condujo
al congreso. Todo fue pacífico.
La situación actual nada tiene que ver con aquel
precedente sino que todo apunta a que la resistencia de Sánchez a dimitir
llevará a procedimientos excepcionales que aún anoche estaban por decidir.
Tanto de las declaraciones de Luena como de las
manifestaciones de Pradas se desprende que ningún contendiente contempla la
rendición ni tampoco la transacción. Desde hace días el sector oficialista
estaba preparado para hacer frente a una iniciativa de esa naturaleza por lo que
se habían preparado para negar su validez. La literalidad de los estatutos les
hace aferrarse a que en ningún sitio está escrito que el secretario general
tenga que dimitir.
“Algunos y algunas [líderes territoriales] han instigado
estas dimisiones para evitar un congreso y que no hablen los militantes, con la
intención de que haya una gestora, sin explicar apoyos o alianzas fuera del
partido. Es un acto muy grave. Hoy se ha querido torcer la legitimidad de los
órganos del PSOE”, manifestó Luena. “Nosotros vamos a defender siempre la
democracia y el voto de los militantes. En el PSOE se tiene que tener el apoyo
de los militantes. La fuerza de los militantes es imparable”, añadió el número dos de
Sánchez.
LAS 17 DIMISIONES DE LA EJECUTIVA DEL PSOE
1. Micaela Navarro (Andalucía), presidenta
2. Antonio Pradas (Andalucía), Secretaría de Política
Federal
3. Eva Matarín (Madrid), Secretaría de Inmigración
4. Ximo Puig (Comunidad Valenciana), Secretaría de
Reformas Democráticas
5. María José Sánchez Rubio (Andalucía), Secretaría de
Sanidad
6. Mari Luz Rodríguez (Castilla-La Mancha), Secretaría de
Empleo
7. Estefanía Martín Palop (Andalucía), Secretaría de
Formación
8. Carme Chacón (Cataluña), Secretaría de Relaciones
Internacionales
9. José Miguel Pérez (Canarias), Secretaría de Educación
10. Manuela Galiano (Castilla-La Mancha), Secretaría de
Pequeños Municipios
11. Noemí Cruz (Andalucía), Secretaría de Cooperación para
el Desarrollo
12. Francisco Pizarro (Andalucía), vocal
13. Juan Pablo Durán (Andalucía), vocal
14. Tomás Gómez (Madrid), vocal
15. Emiliano García Page (Castilla-La Mancha), vocal
16. María Ascensión Murillo (Extremadura), vocal
17. Carlos Pérez (Aragón), vocal
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