Hay conceptos preñados. Son los entendidos por
su significación adquirida y no por su etimología. Solo nombrarlos activa
asociaciones, dependiendo del lugar y del tiempo en donde son pronunciados.
No hay que nombrar la cuerda en la casa del
ahorcado; es un dicho. Y es muy cierto: la palabra “cuerda” tiene una
significación distinta para un violinista que para la viuda de un ahorcado. Con
la terminología política sucede algo parecido. Si yo digo en Chile, “pueblo
chileno”, nadie se va a incomodar. Pero si en Alemania digo “pueblo alemán”, me
van a mirar con desconfianza pues se trata de un concepto asociado a la
historia del nazismo. En la docencia universitaria es impronunciable: un tabú.