Desde el
espacio que Trucutú convirtió en caverna -blandiendo su mazo contra
todo asomo de civilidad-, se acordó la semana pasada pedir la intervención de
las Universidades Nacionales. Los considerandos que pretenden motivar la
petición cavernícola, se inician con lo siguiente:
“Que el
Estado hace esfuerzos extraordinarios para aportarles recursos a estas
universidades, paralizadas sin explicación alguna…”
Pero
sucede que este “esfuerzo extraordinario” está muy lejos del que se hace
para las compras militares. En momentos de graves penurias por la falta de
dólares, Maduro anuncia la adquisición de 12 caza-bombarderos Sukhoi 30 que, a
$40 millones cada uno, suma cerca de los $500 millones. Al tipo de cambio
oficial de 6,30 Bs/$, cubriría íntegro el presupuesto de 2015 de la UCV; a la
tasa SIMADI, más que duplica el presupuesto inicialmente formulado para el
Ministerio de Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología para este año y, a
dólar paralelo, la cifra es cuatro veces mayor. Con chocante cinismo la insuficiencia
presupuestaria que nuestras máximas Casas de Estudio vienen padeciendo desde
hace muchos años es escamoteada por una mayoría oficialista que prioriza la
gastadera en armas que no necesitamos, mientras se vanagloria del,
“…esfuerzo
extraordinario que hace el Estado venezolano para cumplir con un compromiso
sagrado como lo es la educación”.
Desaparecen
en este acuerdo las dificultades para reponer equipos y cargos profesorales,
mantener la planta física, adquirir insumos de trabajo y reactivos para
laboratorios, así como para evitar el deterioro de los servicios estudiantiles
y hacia la comunidad, que quebrantan la calidad de los procesos de
enseñanza-aprendizaje, de investigación y de extensión, que son la razón de ser
de estas universidades. Y, como si la situación no fuese suficientemente
crítica, el Ministerio de Educación Superior, avalado por un dictamen del
Tribunal Supremo de Justicia, las obliga a ingresar un gran número de nuevos
estudiantes seleccionados con base a dudosos criterios que, junto a los que
entran por méritos académicos, hacen prácticamente imposible atenderlos como se
merecen.
El acuerdo
prosigue con la reprensión contra universidades que, ante la caída de los
precios del petróleo,
“…deberían
aportar todo su conocimiento para la transformación de la sociedad venezolana,”
porque
ello es
“…producto
de la política de los Estados Unidos de Norteamérica para acabar con los países
que han desarrollado políticas soberanas y que le impiden dominar el mundo…”
Es decir,
la entrega de nuestro país a Cuba, la venta de petróleo venezolano a países
centroamericanos y del Caribe a descuento y en condiciones sumamente ventajosas
y muchas veces incobrable sino en especie –alimentos, textiles-, la rebaja a la
mitad de la deuda que República Dominicana, Jamaica y Uruguay tenían con
nosotros, la hipoteca de la producción petrolera a China debido al
endeudamiento con ese país, y la sarta de negocios turbios con los dineros de
PdVSA que afloran en Andorra, Panamá y EE.UU., son expresión de “políticas
soberanas y que le impiden [a EE.UU.] dominar el mundo” (¡!)
Y, sin
rubor alguno, señala como razón del “cúmulo de dificultades” por la
que atraviesa el país,
“….la
guerra económica (¡!), el cerco financiero de los diferentes
organismos internacionales que impide que la República Bolivariana de Venezuela
pueda obtener préstamos, la vigilancia feroz que establecen los Estados Unidos
de Norteamérica sobre el pago de los bonos de la deuda pública, en la búsqueda
de que el Estado no pueda pagar para declarar a Venezuela, ‘Estado Insolvente’,
y aplicar la misma política que hoy ejercen sobre Argentina.” (¿?)
¡La eterna
conspiración contra la “revolución”, tan a flor de labios en los fascistas,
para eximirse de toda responsabilidad en el desastre que han provocado en
contra del bienestar de los venezolanos! Pero ahora, idioteces como la “guerra
económica” se esgrimen para comprometer en este “atentado” a las universidades
por desdeñar su deber patriótico de aportar ideas sobre estas sandeces.
El acuerdo
pasa después a ofender abiertamente a las universidades autónomas por
convertirse en “espacios de decadencia”, cuyos integrantes han
secuestrado
“…el
ámbito académico y científico, para generar procesos de insubordinación ante la
ley, que incluyen, el apoyo a salidas inconstitucionales y violentas en contra
del Gobierno democráticamente electo por la mayoría del pueblo venezolano.”
Es decir,
la criminalización del justo reclamo salarial y por la dotación presupuestaria
adecuada, que sitúa a los universitarios como “golpistas”, agentes de los
oprobiosos factores mencionados arriba.
Terminan
los considerandos mintiendo sobre una supuesta anuencia de FAPUV[1] en no
interrumpir sus actividades, dada su satisfacción (¿?) con la segunda
Convención Colectiva Única. Lo cierto es que los trabajadores universitarios
padecen hoy los peores niveles de remuneración real de que se tenga memoria,
dada la altísima inflación desatada por el obstinado empeño del Ejecutivo en
mantener políticas destructivas de la actividad económica. Hoy un profesor
universitario, con el ajuste reciente de sueldo que el oficalismo se jacta en
ensalzar, gana apenas la octava parte de lo que perciben sus colegas en otros
países de América Latina[2].
El sueldo de un docente a dedicación exclusiva y de escalafón Titular -el
máximo que se puede percibir-, ni siquiera llega a la mitad del costo de la
canasta básica para una familia de cinco que registró Cendas para septiembre.
Pero
además, el acuerdo de la caverna ignora adrede las actividades académicas como
la investigación y la docencia de postgrado que se siguen realizando. Pero el “extraordinario
esfuerzo” (¡!) que el Gobierno hace en materia de educación, no cubre las
vacantes profesorales para atender el número inflado de nuevos estudiantes en
pregrado, y tampoco remuneraciones a veces inferiores al salario mínimo motiva
a los docentes a asumir una sobrecarga de trabajo para –así- sacarle las patas
del barro a la irresponsable y demagógica política de ingreso que impuso el Ministerio
de Educación Universitario. La FAPUV, atendiendo una invitación del ministro a
conversar sobre los reclamos salariales, le hizo una contrapropuesta que, dos
semanas después, todavía no ha sido respondida.
Y todo
este montaje truculento es para “sugerirle” al Gobierno a que demande a los
rectores de estas universidades, “por perjuicio al Estado
Venezolano”, que tome medidas ante “el paro ilegal desarrollado”
y que realice ”una auditoría a las universidades que están paralizadas
(…) que analice el uso de los recursos que el Estado ha entregado para el
funcionamiento, mantenimiento y cancelación de sueldos y salarios a personas
que no han trabajado”.
En primer
lugar, nadie ha llamado a paro. Luego, como todo el mundo sabe, las
universidades autónomas son las instituciones más inspeccionadas, auditadas y
vueltas a auditar, de todo el sector público. La mayoría oficialista que se ha
hecho oídos sordos a la innumerable cantidad de peticiones de diputados
demócratas porque se abran investigaciones sobre los sobreprecios denunciados
en contratos, procuras y servicios prestados al sector público, sobre los
negocios turbios a través de PdVSA –remember Pudreval y el lavado de millardos
de dólares en Andorra-, se “escandaliza” porque los profesores estarían cobrando
su miserable sueldo sin estar incorporados al 100% de sus actividades. No puede
olvidarse que la cueva también la han transformado en refugio de Alí Babá y que
los cavernícolas son duchos en aplicar la lección de Sun Tzu: “la
mejor defensa es la ofensiva”.
No otra
cosa puede esperarse del fascismo venezolano que un acuerdo como el comentado
en estas líneas. Necesita cultivar la ignorancia para que su representación
maniquea de la sociedad, construida con base en simbolismos, pueda retratar a
sus integrantes de “revolucionarios” dedicados al “pueblo” y exponentes de una
“izquierda” moralmente superior, que se enfrenta a una “derecha”, traidora de
la patria y empeñada en destruir las “conquistas” que ese pueblo consiguió bajo
la iluminada conducción del comandante eterno. Es misión de toda universidad
digna de llamarse tal, desmontar esta representación falsa, primitiva, de odio
y destrucción, que alimenta las ansias de control fascistas. Como instituciones
comprometidas con la búsqueda de la verdad, las universidades son factores
imprescindibles de progreso, de defensa de las libertades y de sostenimiento de
los valores de convivencia ciudadana. Pero para el pensamiento troglodita a la
universidad no le corresponde preguntarse por el “qué” ni el “por qué”
de las cosas, fuente de la indagación científica, sino sólo por el “cómo”,
técnico e instrumental, ya que el “qué” y el “por qué” ya fueron
decididos y grabados en piedra por el iluminado. Es el afán de imposición de un
pensamiento único que asfixie los señalamientos críticos que le corresponde
hacer las universidades ante las injusticias y desaciertos en la conducción del
país. Porque de eso trata el pensamiento único, de legitimar el ignominioso
régimen de expoliación que ha arruinado a los venezolanos y defender el
enriquecimiento de una oligarquía milico-civil que no tolera que sean expuestas
sus vagabunderías. No es de extrañar, entonces, la retaliación de los
cavernícolas: la universidad venezolana, autónoma y democrática,
siempre estará en sus antípodas y su mera existencia es referencia que expondrá
irremisiblemente -por contraste- la podredumbre y bancarrota moral de los que
hoy defienden desde el poder uno de los regímenes más primitivos, reaccionarios
y represivos de América. ¡Qué vergüenza que una bancada autoproclamada de
“izquierda”, asuma la postura de una dictadura al pregonar la intervención de
las universidades, en violación de lo dispuesto en el artículo 109 de la
Constitución Nacional y desconociendo los invalorables aportes al país que estas
Casas de Estudio han realizado en el ejercicio de sus fueros autonómicos! Sólo
les falta el grito bárbaro del general franquista, Millán Astray, en la augusta
Universidad de Salamanca, de ¡Muera la Inteligencia!
Razón
contundente para acudir a votar el 6-D por un cambio que permita sacar a
Trucutú con todo y mazo y su tribu de trogloditas, y transformar la caverna en
un espacio de discusión, de intercambio de ideas en libertad, animados por los
mejores esfuerzos de recuperación y desarrollo de la nación venezolana. La
universidad autónoma y democrática será un valioso baluarte en este empeño.
[1] Federación de Asociaciones de
Profesores Universitarios de Venezuela
[2] Calculado a un tipo de cambio
real de equilibrio (según PPA) de 52 Bs/$ para el 31 08 2015.
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