“Estás desorientado y no sabés que trole hay que tomar para seguir, y en ese desencuentro con la fe querés cruzar el mar y no podés. La araña que salvaste te picó, qué vas a hacer… Y el hombre que ayudaste te hizo mal, dale nomás… Y todo el carnaval gritando pisoteó la mano fraternal que Dios te dio (…)” Cátulo Castillo (Desencuentro).
Llegó al debate presidencial ansioso de repuntar una intención de voto que no lo beneficia, y salió desencontrado del electorado y de sí mismo. Lo que sería su “salvación”, a juzgar por su propio equipo, se transformó en un salvavidas de plomo. Un mar de palabras en un oasis de ideas, y la imposibilidad de prometer aquello que demostró no saber, no poder o no querer hacer. Difícil convencer de que harás lo que no has hecho cuando se han pasado doce años en el poder.